Carlos Amorales
Yvon Lambert, París
El arte actual rompe barreras para después encerrarse en otras nuevas. Confunde al espectador, lo induce a la reflexión, muestra la sinrazón que lo rodea. Carlos Amorales - México 1970 - tiene esa facultad, la de hacer discurrir acerca de alguien o de algo.
Es un artista que reactiva los iconos de la cultura popular y mediática que habita México. Juega con el ritmo, los desfases y desplazamientos para liberar las imágenes fijadas en la memoria colectiva y darles un impacto físico singular. Sin rodeos de palabras o circunloquios, concreta su dimensión significativa con prácticas artísticas que abarcan desde performances de lucha libre hasta el soporte de video, donde interrelaciona una iconografía distintiva.
Su obra es una interesante convergencia de estrategias conceptuales y formales. Trabaja con numerosos géneros, que incluyen fotografía, video, escultura, performance y obras sobre papel que surgen del alfabeto visual creado en el estudio de animación en el 2003, en México. Constituido de siluetas que Amorales colecta de revistas y periódicos, pueden representar animales, personajes en movimiento, desastres ecológicos, etc.; imágenes que son enumeradas en una base de datos que el artista nombra “Liquid Archive”. Amorales se vale de esa base como un instrumento que le permite crear nuevas imágenes e instalaciones. A través del dominio gráfico y de una impulsión rítmica, llega a inventar una gramática que obliga y guía a cuestionarse, articulando una compleja reflexión en torno a las distintas relaciones e intercambios generados desde la confusión de sus referencias constantes a la cultura popular y el elitismo en el arte . Si hasta ahora el artista introducía nociones tales como la animalidad, las paradojas de la belleza o los personajes inquietantes y extravagantes, hoy en día explora un nuevo proyecto poético que gira alrededor de la muerte, la vanidad y el lenguaje.
En la galería Yvon Lambert -París-, Carlos Amorales, presenta su tercera exposición personal “ La Langue des morts”, la que se inscribe formalmente dentro de su continuidad de búsqueda sobre la transformación del lenguaje figurativo en una tipografía caligráfica, donde las formas se transforman en signos abstractos y en elementos con significación semántica. Invadiendo el espacio con dos puestas en escena diferentes cargadas de fantasía y de terror, interpela al espectador y lo confronta con una gramática plástica inusual.
Tan pronto se ingresa a la primera sala de la galería, el visitante se sorprende al verse rodeado de una serie de dibujos de gran formato en blanco y negro. La Langue des Morts, una fotonovela compuesta de un conjunto de quince impresiones en papel. La obra ha sido realizada a partir de fotografías extraídas de la prensa mejicana, que ilustran las muertes causadas por la guerra contra el narcotráfico. De un carácter muy violento, los personajes de la fotonovela testimonian la cruda realidad, el de ser victimas de atroces crímenes.
La gran sala vidriada acoge la segunda parte de la exposición, una instalación de grandes móviles suspendidos al techo, cuyas formas, indudablemente inspiradas de los móviles de Calder – producto de su residencia en el atelier Calder − ofrecen una perspectiva abierta, un respiro a la atmósfera sofocante de la primera sala. Si bien la referencia a Calder se expresa claramente, Amorales introduce elementos nuevos: el sonido y la participación del espectador. En efecto, compuesta de numerosos platillos colocados a una altura suficientemente baja, permite al espectador, gracias a varillas puestas a su disposición, crear libremente su propia música. Sonido y movimiento se asocian, transformando la obra escultórica en una performance. Esta evolución de la obra le permite crear una tensión entre los espectadores que participan e improvisan su música y los simples observadores. Las obras están acompañadas de dibujos en blanco y negro que recuerdan las siluetas habitualmente reconocibles en el trabajo de Amorales, que contribuyen al efecto de tensión inherente al funcionamiento de la obra. La manera en que Carlos Amorales asocia estas imágenes contribuye a crear un entorno angustiante, reforzado por el color negro de las estilizadas siluetas sin relieve.
Carlos Amorales es uno de los artistas mejicanos más interesantes de esa generación que se ha liberado de la estética y la matriz que gira en torno a la cultura mejicana. Sin dejar de tener referencias en ella, crea una iconografía fantástica, juega con lo ambiguo y descubre las imágenes grabadas en la memoria colectiva, ocasionando así un impacto físico singular. Amorales logra reintroducir sentimientos o sensaciones gracias a la escenificación de sus obras, de las que se liberan a menudo tensión o un sentimiento de angustia. Abre nuevos horizontes donde lo crítico y lo patético no dejan de mezclarse.