Carlos Cruz-Diez
Periférico Caracas, Caracas
La sensación de color influye y afecta nuestra vida cotidiana. El lego, simplemente, no lo percibe. El hombre manifiesta más interés por la forma que por el color. Sin embargo, lo vive en su día a día. Entender que tenemos que analizar “el problema color” y concientizar la percepción de armonía de los colores es parte de la cultura de un individuo. El maestro Carlos Cruz-Diez (Venezuela, 1923) es actualmente el artista venezolano con más resonancia internacional. A sus 86 años todavía logra sorprendernos y no podemos dejar de pensar que sigue siendo un niño curioso. Se ha pasado su vida estudiando la fenomenología del color.
¿Y qué es el color?
La física del átomo es la fuente de entendi- miento de los fenómenos materiales. Nos revela la estructura básica y nos muestra que no hay diferencia entre materia y energía. Hay quanta de luz o fotones que se mueven. La luz es, finalmente, miles de “trocitos” de energía. La física clásica nos expli- ca cómo se realiza un estímulo de color mediante oscilaciones electromagnéticas diferentes. Nos enseña que en la luz blanca se ocultan todos los colores visibles. Luego entra en juego el croma- tismo que nos informa sobre los resultados que podemos obtener –con seguridad matemática-, mezclando luces de colores en una proporción cuantitativa determinada. Por esos resultados, se desa- rrollan teorías de color y sistemas de ordenación que tienen como objetivo mostrar la diversidad de fenómenos de color, en una conexión lógica y comprensible para luego representarlos.
La gente:
El color afecta la medicina, la fotoquímica o la fisiolo- gía, pero a Cruz-Diez le interesa la parte sicológica del color, ya que el mismo actúa en el sentimiento y se substrae del juicio inte- lectual. Nuestro artista sabe hurgar el fondo primitivo del subconsciente humano generando emociones o reacciones determi- nadas. La meta es cautivar al espectador sensitivamente y esti- mular lo atávico. El hombre occidental es básicamente gregario. No explora su interior. Eso le impide reconocer las sensaciones esenciales. Es sorprendido por el artista y no se da cuenta que éste sólo está buscando las sensaciones más lúdicas, por la pérdi- da de los instintos en la vida urbana. Por eso los resultados de las reacciones en un museo pueden ser diferentes en cada individuo. El maestro Carlos Cruz-Diez en la reposición de sus experiencias, que fueron realizadas anteriormente en Dormunt (Alemania) y Paris (Francia), hace uso de una de sus máximas: “No clausuro etapas. Lo que hago es ampliar mi plataforma de trabajo y reto- mo la experiencia para hacer otra cosa”. Aquí se vale de las nue- vas tecnologías para repotenciar sus experiencias previas, dándole más vitalidad. O quizás, se mira a sí mismo. En este caso, la física pudie- ra generar unos hilos conductuales tan finos quenosesabesiel resultado es arte o cien- cia. Dilucidarlos es parte del reto. En esta exposición -actualmente exhibida en Caracas-, presenta las cromosatu- raciones, las cromointer- ferencias y una sala para interactuar, a través de la informática, con el público.
Las cromosaturaciones:
Las cromosaturaciones son cámaras donde el espectador ingresa. Las mismas están constituidas por colores bási- cos (verde, magenta y azul-cian), en transparencias, para generar sensaciones nuevas. El visitante percibe un universo sensorial dife- rente al habitual que altera su ritmo de análisis espacial. Es un hábitat artificial para ingresar a un mundo básico –que al hombre urbano contemporáneo le resulta desconocido. Esta experiencia la inicia el maestro a fines de la década de los sesenta.
Las cromointerferencias:
En las cromointerferencias mueve el color y las formas en función de elementos plásticos. Hay un efecto mutable del color como agente cinético. Es una manera de incitar al asistente a actuar con la obra, ya que el mismo se encuentra inmerso en una superficie que emana del color, del movimiento, de las formas preestablecidas y del propio movi- miento humano. Cruz Diez comenzó esas propuestas en 1954 y las desarrolla finalmente en 1974.
La Sala Informática:
La misma permite al visitante, a través de una red de computadoras, a que se involucre con la obra y pueda generar su propia visión basado en las matrices programáticas del artista. Logra así entusiasmar a los presentes, que de manera lúdica, “diseñan” su propuesta, la imprimen y se la llevan de recuer- do. Obviamente el maestro genera un interés en todo el sistema y deja el sentimiento de interacción con la obra de arte. Al eliminar la subjetividad se incita la participación del público.