Carlos Cruz-Diez

Periférico Caracas, Caracas

Por Beatriz Sogbe | abril 08, 2010

La sensación de color influye y afecta nuestra vida cotidiana. El lego, simplemente, no lo percibe. El hombre manifiesta más interés por la forma que por el color. Sin embargo, lo vive en su día a día. Entender que tenemos que analizar “el problema color” y concientizar la percepción de armonía de los colores es parte de la cultura de un individuo. El maestro Carlos Cruz-Diez (Venezuela, 1923) es actualmente el artista venezolano con más resonancia internacional. A sus 86 años todavía logra sorprendernos y no podemos dejar de pensar que sigue siendo un niño curioso. Se ha pasado su vida estudiando la fenomenología del color.

Carlos Cruz-Diez. Transcromias. Exhibition/Exposicion. Los galpones, Caracas. photo : Beatriz Sogbe

¿Y qué es el color?

La física del átomo es la fuente de entendi- miento de los fenómenos materiales. Nos revela la estructura básica y nos muestra que no hay diferencia entre materia y energía. Hay quanta de luz o fotones que se mueven. La luz es, finalmente, miles de “trocitos” de energía. La física clásica nos expli- ca cómo se realiza un estímulo de color mediante oscilaciones electromagnéticas diferentes. Nos enseña que en la luz blanca se ocultan todos los colores visibles. Luego entra en juego el croma- tismo que nos informa sobre los resultados que podemos obtener –con seguridad matemática-, mezclando luces de colores en una proporción cuantitativa determinada. Por esos resultados, se desa- rrollan teorías de color y sistemas de ordenación que tienen como objetivo mostrar la diversidad de fenómenos de color, en una conexión lógica y comprensible para luego representarlos.

La gente:

El color afecta la medicina, la fotoquímica o la fisiolo- gía, pero a Cruz-Diez le interesa la parte sicológica del color, ya que el mismo actúa en el sentimiento y se substrae del juicio inte- lectual. Nuestro artista sabe hurgar el fondo primitivo del subconsciente humano generando emociones o reacciones determi- nadas. La meta es cautivar al espectador sensitivamente y esti- mular lo atávico. El hombre occidental es básicamente gregario. No explora su interior. Eso le impide reconocer las sensaciones esenciales. Es sorprendido por el artista y no se da cuenta que éste sólo está buscando las sensaciones más lúdicas, por la pérdi- da de los instintos en la vida urbana. Por eso los resultados de las reacciones en un museo pueden ser diferentes en cada individuo. El maestro Carlos Cruz-Diez en la reposición de sus experiencias, que fueron realizadas anteriormente en Dormunt (Alemania) y Paris (Francia), hace uso de una de sus máximas: “No clausuro etapas. Lo que hago es ampliar mi plataforma de trabajo y reto- mo la experiencia para hacer otra cosa”. Aquí se vale de las nue- vas tecnologías para repotenciar sus experiencias previas, dándole más vitalidad. O quizás, se mira a sí mismo. En este caso, la física pudie- ra generar unos hilos conductuales tan finos quenosesabesiel resultado es arte o cien- cia. Dilucidarlos es parte del reto. En esta exposición -actualmente exhibida en Caracas-, presenta las cromosatu- raciones, las cromointer- ferencias y una sala para interactuar, a través de la informática, con el público.

Las cromosaturaciones:

Las cromosaturaciones son cámaras donde el espectador ingresa. Las mismas están constituidas por colores bási- cos (verde, magenta y azul-cian), en transparencias, para generar sensaciones nuevas. El visitante percibe un universo sensorial dife- rente al habitual que altera su ritmo de análisis espacial. Es un hábitat artificial para ingresar a un mundo básico –que al hombre urbano contemporáneo le resulta desconocido. Esta experiencia la inicia el maestro a fines de la década de los sesenta.

Las cromointerferencias:

En las cromointerferencias mueve el color y las formas en función de elementos plásticos. Hay un efecto mutable del color como agente cinético. Es una manera de incitar al asistente a actuar con la obra, ya que el mismo se encuentra inmerso en una superficie que emana del color, del movimiento, de las formas preestablecidas y del propio movi- miento humano. Cruz Diez comenzó esas propuestas en 1954 y las desarrolla finalmente en 1974.

La Sala Informática:

La misma permite al visitante, a través de una red de computadoras, a que se involucre con la obra y pueda generar su propia visión basado en las matrices programáticas del artista. Logra así entusiasmar a los presentes, que de manera lúdica, “diseñan” su propuesta, la imprimen y se la llevan de recuer- do. Obviamente el maestro genera un interés en todo el sistema y deja el sentimiento de interacción con la obra de arte. Al eliminar la subjetividad se incita la participación del público.