Carlos Rojas

Una visita a sus mundos

Por María A Iovino | mayo 21, 2010

Por fin, once años después de su fallecimiento, el Museo Nacional de Colombia dedicó un merecido homenaje a Carlos Rojas. A partir de este evento el valor de su aporte, que había permanecido desconocido para muchos, se ha considerado ampliamente. Esto, desde la puesta en escena de la línea que Rojas fundó en la abstracción en Colombia, a partir de una conexión profunda con la naturaleza, así como con todo producto de carácter artístico: desde aquellos que interpretan el entorno para ubicarse beneficiosamente en él, hasta los que se enfocan, sin ningún fin utilitario, en la más abstracta y sublime percepción de la verdad y de la belleza.

Carlos Rojas: Una visita a sus mundos. 2008. View of the exhbition. Vista de la exposición. Sala de Exposiciones Gas Natural Photography / Fotografía: Carlos Gustavo Suárez Cruz. Courtesy / Cortesía: Museo Nacional de Colombia

La mirada novedosa que guió la exposición, fue concebida por tres jóvenes artistas e investigadores (Julián Serna, Nicolás Gómez y Felipe González), cuyo interés fundamental fue relacionar los mundos que marcaron la mirada de Carlos Rojas con su original planteamiento abstracto. Con esa lógica y siguiendo la preocupación de Rojas por analizar estructural y expresivamente lo que encontraba a su paso, los curadores ordenaron el espacio expositivo de manera tal que sugiriera al espectador la conexión de planos inferiores con los superiores. Los de la creación con los de la observación.

En ese sentido, muchos dispositivos museográficos bajaron, inclusive hasta el piso, la habitual línea del horizonte expositivo para conducir al espectador hacia el discernimiento de las articulaciones que hay en la proposición del artista con la honda relación analítica que tuvo con su entorno. También, con los objetos y obras que coleccionó a lo largo de su vida, así como con las creaciones e imágenes en las que se interesó. De esta manera se clarificó el lazo indisoluble que media entre el Rojas colector, como también el ser de múltiples y apasionados intereses que fue, con el creador.

Sin órdenes cronológicos y sin cortes estrictos en la creación por series en que se ha catalogado la obra del artista, esta muestra planteó paralelismos entre procesos de abstracción, entorno y mirada que no habían sido conocidos más que por los especialistas o conocedores de la obra de Carlos Rojas. Se generó así una lectura contaminada de cierta manera por la voz del propio artista, lo cual contribuyó a la comprensión de algunas de sus más radicales afirmaciones como:

Nunca he creado nada. He concretado cosas a través de un proceso de investigación. Al interior de lo que estudio, analizo y comparo, salen unos denominadores comunes, que al ser aglomerados dan un resultado y esa es la obra. Para que fuera creación tendría que salir de la nada y lo mío es producto de una serie de cosas cuyo resumen se llama cuadro.

o

Si yo digo árbol podría ser una colombina, porque tiene un tronco y una copa. Pero la diferencia entre los dos estaría en los elementos materiales de textura y color que harían que esa misma expresión de palito con bolita deje de ser colombina para ser árbol. Para mí, la abstracción es la simplificación de elementos desde un complejo naturalista total.

En particular en Colombia, en donde a causa de las exigencias de discernimiento con lo documental a que se han visto avocadas las proposiciones artísticas de la visualidad, tradicionalmente no ha habido sintonía con los lenguajes abstractos o geométricos, resulta definitivo generar relaciones del público y de los mismos artistas con obras como las de Rojas. La recuperación analítica de la propuesta de artistas como él, contribuye a comprender en un contexto tan marcado por las urgencias y demandas de la confrontación, la enorme importancia que tiene para cualquier concepción crítica, así sea del orden político, el conocimiento profundo de lo estructural y de lo formal como razón de ser, y ello, en una muy vasta articulación con diversos campos de la expresión y del conocimiento.

En la visualidad, Rojas no sólo fue un pintor y escultor abstracto, también fue un dibujante excepcional en el más realista sentido de la palabra, un diseñador, constructor y un gran analista de la imagen, como producto de unas determinadas condiciones que la hacen necesaria. Pero además, Rojas fue un entregado amante de la música, de la literatura, de la filosofía y de las ciencias exactas, amor que surgió en él como una extensión de su interés por encontrar la base geométrica de la existencia, que siempre relacionó con la idea de Dios.

Como lo hizo ver la muestra Carlos Rojas, una visita a sus mundos, la formulación abstracta de este artista surgió de una

muy sensible comprensión de múltiples instancias de su contexto y de su proceso histórico, lo que le permitió reformular y ubicar en un lugar creativo con características tan particulares como propositivas, ideas y planteamientos en ocasiones impuestos, en otras importados con alguna idea armónica. De esa manera los rigores y las exigencias minimalistas de la geometría ganaron en las manos de Rojas un delirio barroco de exaltado colorido, en el que el espíritu latinoamericano, con las extremas contradicciones culturales y sociales que encierra, cobra un valor relevante y autónomo, sin diletantismos discursivos.

Las exigencias de integración planetaria de códigos creativos y comunicativos que aceleró el siglo XX se han concretado con monumentalidad en este continente a través de visiones como las de Rojas, fortalecidas en una intensa aprehensión del mundo. Este aspecto en particular, llevó a una sensibilidad mística coma la suya, a conocer una extensa cantidad de pueblos, procesos y expresiones latinoamericanas, y a representarlas de manera universalizada, a través de la apropiación sensible de los parámetros reinantes en lo que se ha denominado panorama internacional.

Esa posibilidad de comunicar interpretaciones de uno y otro extremo nació en Rojas debido a que con la misma curiosidad con que entró en su propia cultura, absorbió la de otros, en un recorrido por países cuidadosos de la tradición como Italia, o entregados a diversas nociones de progreso como Estados Unidos. Fueron muchas las ciudades que lo entusiasmaron y que admiró como a Nueva York, pero siempre las entendió desde la comprensión que ganó desde niño sobre el paisaje y sobre la lógica organizativa de pueblos como Facatativá, en el que nació y residió en momentos importantes de su vida.

No son pocas, por lo tanto, las introspecciones sobre las significaciones de universos distantes que se encuentran en una obra como la de Rojas, como tampoco son escasas las consideraciones sobre lo abstracto que hay en lo material o real y viceversa que se leen en su propuesta.

Si se estudian con atención la formulación de Rojas, este artista puede llegar a ubicarse como uno de los centrales de América Latina. Es comprensible que las circunstancias conflictivas del proceso colombiano hubieran cubierto con niebla un aporte abstracto como el suyo, y que por lo mismo hubieran dejado de entender en él otra posibilidad de expresión realista. No obstante, a pesar de que el conflicto sigue siendo una constante en Colombia, el momento histórico es otro y exige revisiones radicales como las que comenzaron a ocurrir con la mirada joven que trazó el homenaje a Carlos Rojas. Esta, sin compromisos o deudas con la tradición, abrió la posibilidad de ver otra vez la enorme complejidad que en todo sentido encierra su mirada y a replantear el lugar que merece este creador, al que injustamente no se ha relacionado como uno de los grandes pensadores de la abstracción en su continente.

Perfil:

Carlos Rojas (Facatativá, 18.4.1933 – Bogotá, 2.5.1997) estudió arquitectura en la Universidad Javeriana y pintura en la EscueladeBellasArtesdelaUniversidadNacional. Afinesde la década de 1950 comenzó a exponer su obra plástica y viajó a la Escuela de Bellas Artes de Roma para especializarse en Diseño Aplicado gracias a una beca del gobierno nacional. En 1960, a su retorno, se dedicó a su obra, manteniéndose activo hasta el momento de su muerte. Se desempeñó como asesor de diseño de Artesanías de Colombia; profesor de artes plásticas, diseño gráfico e industrial en diversas universidades bogotanas; coordinador de exposiciones en el Museo de Arte Moderno de Bogotá y de algunas versiones del Salón Nacional y la Bienal de Coltejer; fundador de la Asociación Colombiana de Bonsáis; y propietario de una prominente colección de arte y objetos. Carlos Rojas es considerado uno de los más destacados artistas en Colombia por su producción plástica que aplica desde un enfoque local, los códigos de las vanguardias europeas y norteamericanas del siglo XX.