Cecilia Paredes

German Kruger Instituto Cultural Peruano-Norteamericano, Lima

Por Simón Flores | diciembre 17, 2010

“Nunca nos bañamos dos veces en el mismo río,” comentaba Heráclito de Éfeso, el enigmático pensador presocrático. Vemos el mismo río de siempre, explicaba, pero sus aguas son sempiternamente cambiantes. Esa coexistencia de permanencia y cambio constante se ve reflejada en la obra reciente que la artista peruana presenta en el Instituto Cultural Peruano Norteamericano. Instalaciones, fotos y esculturas tratan el tema de la migración y la permanencia (tema recurrente en la obra de Paredes) no como polos opuestos, sino como dos partes de una totalidad.

Dwell, 2010. Weaved copper seven panels conforming a room variable measures in space, each panel. Photo: Fernando Bryce. Habitacion, 2010. Cobre tejido siete paneles conformando una habitacion Medidas varia- bles, cada panel mide 260 x 120 cm.

Pero a diferencia de otras exhibiciones, donde el tema de migración/ permanencia se ha tratado de manera universal, genérica inclusive, encontramos en ésta un claro rastro de identidad peruana, especialmente en los materiales usados como la caña, el pan de oro, los palos de lluvia y el cobre tejido.La ‘puesta en escena’ de la exhibición ha sido pensada para el espectador. Casi la mitad de las obras cuelgan del techo, permitiendo una inspección panóptica, y dos (Geometría, Ucayali) cuentan con motores que dan a la obra una dimensión sonora y mecánica, sin dejar de ser un reflejo de nuestro “ser íntimo”. Hay una clara intención de comentario social en Percepción, un cohete hecho de caña, y en Habitación, paneles de cobre tejido que hacen eco al rescate de Atahualpa y la nueva ola minera del cobre peruano. La pieza central, que da el título a la exhibición, presenta una cortina de hilos con cristales asemejando la cresta de un rápido estrellándose en la luz. Simultáneamente nos atrapa la sensación del movimiento del río y la singularidad de cada una de sus gotas representadas por los cristales; la unidad del río y la individualidad de sus gotas. En términos generales la obra de Cecilia Paredes (aunque presente nuevas técnicas) no se aleja del tono sutíl que la caracteriza, siempre apuntando a capturar la manera en que la memoria se asocia a un lugar o una imagen. Las sensaciones que emanan de la obra nos transportan a un estado anímico que luego abre las compuertas a una serie de emociones cuya totalidad suele llamarse nostalgia.