Cinthia Marcelle
Vermelho, Sao Paulo
Están congeladas en el techo de la galería cintas metálicas como las que se usan en la decoración de tiendas de automóviles, pero esas son duras, inmóviles. Cinthia Marcelle construye un espectáculo entumecido para denotar que los tiempos felices, o por lo menos la era en que el dinero tenía valor, han acabado.
Las obras de su muestra más reciente en la galería Vermelho fueron todas hechas desde la crisis económica que sacudió el mundo hace tres años. Mientras que en su instalación en la última Bienal de São Paulo la artista proponía un análisis seco de un sistema educativo ahora arcaico, con un cuadro negro colgado sobre montañas de polvo blanco de tiza, ahora habla de un cambio en sistemas de valor.
Uno de los personajes que crea en su alegoría, el coleccionista, camina aferrado a su valija por un ambiente neutral, sin referencias, como si fuera la superficie lunar. En la fábula apocalíptica que construye Marcelle, también el arte parece pasar por una revalorización, como si la artista preguntara de qué sirve la estética en un mundo hecho de polvo.
La respuesta parece esperar en la puerta de la galería, donde Marcelle dejó un cubo lleno de tinta blanca, un arma para quien quiera borrar el pasado, el presente o preparar el terreno para el futuro incierto.