Clemencia Labin
The New World Museum, Houston
El New World Museum de Houston es uno de los espacios expositivos más importantes de la ciudad. Es moderno, de buen gusto, y aunque cuenta con una sola sala muy amplia, se presta perfectamente para la presentación de exposiciones individuales.
Además, tiene un muy agradable jardín al frente donde los visitantes se reúnen en ocasión de cada inauguración y disfrutan de bebidas y aperitivos sin cargo. En estos últimos años, el director del museo, Armando Palacios, se ha puesto por meta exhibir la obra de artistas latinoamericanos que hayan representado a sus respectivos países en la Bienal de Venecia. La artista destacada este otoño es Clemencia Labin, quien representó a Venezuela el año pasado.
Labin es oriunda de Maracaibo, una de las dos ciudades más caribeñas de América del Sur: un moderno puerto con pintorescos vestigios arquitectónicos de la época colonial española. Estos hechos guardan relación con “White Gold” (Oro blanco), la muestra que Labin presenta actualmente en el NWM; el título hace referencia al algodón y al relleno sintético presente en muchas de las obras en peluche de Labin. La artista se formó en Nueva York y en Alemania. Ha vivido en Hamburgo por más de dos décadas. Mientras buscaba encontrarse como artista, confiesa que utilizaba muchos grises y colores oscuros. Un día se dijo a sí misma: “¿Qué estoy haciendo? ¡Ésta no soy yo!”
En una entrevista que otorgó el año pasado en Venecia, Labin explicó de qué manera el redescubrimiento de su ciudad natal, Maracaibo, transformó su práctica artística. Durante una visita casual al barrio de Santa Lucía, encontró una nueva paleta en los vibrantes colores de las fachadas de las casas. Compró una casa allí y desde 2001, ésta se ha convertido en la sede de un festival artístico denominado Velada Santa Lucía. La paleta de colores en su muestra actual refleja la influencia de ese barrio sobre su arte. Estas obras fueron descritas alguna vez como Bolero Pulpa Chic, por la evocación que hacen de una estética latina de los años cincuenta que aún perdura en barrios de clase trabajadora en toda América Latina. Las obras de Labin, que cuelgan del cielorraso del NWM como enormes gotas, están cubiertas por telas que se podrían encontrar en vestidos, tapizados o cortinas en el barrio de Santa Lucía. Los ensamblajes cubiertos de lycra que cuelgan de las paredes tienen la forma indeterminada de lo improvisado, al mismo que emana de ellas la acogedora sensación que produce una pila de almohadas. La materialidad sensiblera de estas obras tiene poco que ver con nada que se relacione con la Bauhaus − excepto por su carácter abstracto.
La pieza más admirada de la exposición fue sin duda la presentada inteligentemente en el menú de su sitio web, (http://clemencialabin.com/). Se trata de una obra que hace dudar al espectador acerca de si debería encontrar formas —como si mirara una nube, (un hueso, un puño, una boca...) — o simplemente deseara recostarse sobre ella.