Diego Vergara
Dabbah Torrejón. Buenos Aires
Diego Vergara presenta su primera muestra individual en Buenos Aires, con el título “La existencia está en otra parte”, frase tomada del manifiesto surrealista de André Breton. Las pinturas de Vergara ostentan la brevedad del formato burgués, pero las discretas dimensiones de los cuadros contrastan con la fantasía de sus paisajes, que parecen surgidos de un sueño.
En San Lorenzo, una población cercana a la gran metrópoli que es Rosario, hay momentos en que el deseo de trascender la trivialidad cotidiana se vuelve tan denso como la atmósfera de una jornada sofocante. Es entonces, cuando el deseo se torna poderoso, que los sueños se confunden con la realidad. En ese territorio impreciso de la conciencia, fantástico en cierto modo sin dejar de ser real, el arte se convierte en eficiente vehículo de la ilusión.
Así, en las pequeñas pinturas de Vergara nació un jardín ajeno a las contingencias prosaicas que nos entretienen en la vida, cargado de frutos que rebasan la dimensión habitual. El artista no pretende perturbar al espectador y, cuando los frutos se tornan voluptuosos, cubre pudorosamente el exceso con bellísimos mantos de colores, con unos paños que parecen escapados de las pinturas flamencas. La desmesura no debería alterar el sosiego. En los bosques verde azulados como los de Fragonard, la delicada apariencia apenas si se ve interrumpida por unos pájaros de colores radiantes.
Ante los ojos de los burgueses que no consideran el arte como el mejor menester, ocurren cosas extraordinarias. Cuando el peso de uno de los frutos amenazó con desgajar una rama, Vergara decidió apuntalarlo con postes de colores; luego, pintó un árbol que al atardecer se recuesta sobre la inmensidad de un fruto. Nada se sabe sobre los pobladores del lugar, sólo es posible rastrear su existencia a través de los parasoles y los almohadones abandonados con indolencia, en un valle donde se pasea el pavo real. Todo resulta extremadamente calmo, pero en una de las pinturas, todo parece desbordarse: centenares de frutos tapizan el suelo y flotan sobre las aguas de un lago. La sola idea de que un fenómeno semejante pueda ocurrir, resulta subversiva. ¿Crecerán rosas azules este verano? Así lo aseguró Breton, después de haber librado una batalla para sacar a luz las cuestiones poéticas, filosóficas y espirituales, que aparecen cuando se mira el mundo con la debida intensidad. La pintura renueva su “magia” en lugares y tiempos distantes, como San Lorenzo. Me has robado el corazón muestra dos nutrias enfrentadas, con el estilo de las ilustraciones enciclopédicas; una tiene entre sus fauces, el corazón que a dente- lladas literalmente le arrancó a la otra.
¿Será -como agrega Breton-, que “vivir y dejar vivir son soluciones imaginarias”? Hoy, la con- temporaneidad de la obra de Vergara tiene la dimensión de su pequeño paraíso privado y la magnitud de una lucha casi imperceptible, pero firme y continuada a la vez, acaso la única que cabe en la sociedad actual, para defender sus comarcas y el mayor de los tesoros: la capacidad de imaginar.