Domingo de Lucía

El Anexo. Caracas

Por Beatriz Sogbe | noviembre 04, 2010

La historia del rojo carmín se asocia al sexo, violencia y las luchas políticas. También a la guerra y el drama. La humilde cochinilla (Dactylopius coccus) que lo produce siempre estuvo ajena a las pasiones que generaría. Originario de México, los conquistadores españoles se llevaron el pigmento a Europa, en el siglo XVI, para convertirse en el símbolo de reyes, papas y poder. Domingo de Lucía (Italia, 1950) es artista, pero también produce elementos industriales para la pintura artística. Eso lo lleva a estudiar los diferentes estados del color, en especial del rojo car- mín. Inicia sus indagaciones a partir de lo que se denomina “rojo estándar” conocido por las siglas Std que da origen al título de la exposición. Observa que a partir de la desintegración de elementos externos que se relaciona con elementos conta minantes el color se va degradando hasta llegar a desaparecer. Ciertamente, las bacterias actúan “eliminando” el colorante. A partir de esa investigación que determina además texturas, cubrimiento, resistencia y grados de color, De Lucia escoge el rojo carmín para insertarlo en el ámbito político actual venezolano. Porque la política se apropia de un color y también lo puede degradar. Ya no se trata solamente de un tono de color sino de una actitud. Una manera de asumir el color. Es así como más allá de las pruebas y requerimientos de los controles de calidad el rojo se convierte para algunos en “conforme o no conforme”.

Proof 2010-I (from the series “Std. Color”); 2010. Paint on corrugated cardboard; 14,7 x 18.3 in. Photo: Juan José Olavarría. Prueba 2010-I (de la serie Std. Color); año 2010; pintura sobre cartón corrugado; medidas: 37,5 x 46,5 cm. Courtesy, Fotografia Juan Jose Olavarria

Existen psicogramas del color en los cuales se determina la fas- cinación o fijación que puede generar un color en los indivi- duos. Obviamente, el más controversial es el rojo. Y es este lado sensorial del color el que Domingo de Lucía desarrolla en unas matrices reticuladas que racionalizan la experiencia perceptiva y exaltan la uniformidad del color. Ya no se trata de los patro- nes aceptados de conformidad, sino de las percepciones indivi- duales. Es así que la presencia del rojo es aceptada o rechaza- da por las masas a consecuencia del uso político del color.