Eduard Moreno

NC Arte, Bogotá

Por Camilo Chico Triana | septiembre 11, 2013

La conquista de la tierra a cielos abiertos parece ser el punto de partida de las reflexiones que propone la actual exposición de Eduard Moreno en NC Arte, la cual cuenta con la curaduría de Conrado Uribe.

Eduard Moreno

Y para ello se apoya en la extracción minera en Colombia, cayendo en la categoría escatológica a la que la sociedad ha llegado en la búsqueda de aquellas promesas inexistentes de esta actividad económica a lo largo de la historia.

La primera imagen que aparece al entrar a la exposición se genera al encontrar una gran banda transportadora, en la que se mueve una forma continua de papel carbón de un extremo a otro, apilándose y desapilándose, como en un eterno equilibrio. Este traslada imágenes ya sea de mapas o rostros de personajes que parecieran ser personas dedicadas a la extracción minera, todos ellos genotipo de raza negra, tal como el papel carbón que las transporta. Sería una observación ligera si se considera que estas razas fueron trasladadas a estas tierras por la misma razón de explotar la tierra, si no se develara que en realidad lo que se traslada es el género humano a través de estas bandas y su propio territorio. El destino de esta raza, que comenzó siendo subyugación, será su propia destrucción, gracias a las falsas promesas de conceptos de moral, de poder político o de proyectos civilizatorios, acompañados de una crisis de lo sagrado, [que] reducen su vida a logros simplemente económicos, tal como lo señala el artista al referirse a esta exhibición, como si su eterno destino trágico no fuese más que ir de un lado a otro de la banda donde son transportados.

Profundizando el análisis de la razón de estar del artefacto en la mitad de la sala, que la invade con su sola presencia, se percibe la primera promesa rota de aquella modernidad que nos pretende mostrar Moreno. Es claro que la actividad minera fue pilar fundamental de los procesos modernos y tal vez símbolo del desarrollo de cualquier pueblo, en partícular de las sociedades ‘primer mundistas’, con sus promesas de abundancia y felicidad; cuando paradójicamente lo que representa para nuestro pueblo es pobreza, desplazamiento y violencia. Y su reflexión va más allá al preguntarse la razón de ser de ese estado y encuentra su génesis en la pérdida de valores que van desde su religión, que les proporciona códigos éticos, hasta su desarraigo territorial, y es allí donde ubico la segunda imagen en el recorrido de esta exposición.

Dos telas con el desarrollo de una gorra con visera, bordadas con imágenes que sugieren el período barroco, introducen al siguiente espacio donde se encuentran las mismas gorras ya armadas, y que pretenden ser los habitáculos de colonias de escarabajos. Allí ellos se cubren con estas telas bordadas en rojo y dorado (referencia a nuestro legado colonial), y debajo de ellas sucede toda una actividad escatológica, propia de sus costumbres alimenticias, en franca metáfora de todos nuestros comportamientos humanos… a tal punto que terminarán devorando su propio cielo –la gorra-, compuesta de los más exquisitos bordados barrocos, como quiera [que sea, en] una escatología de la destrucción objetiva de nuestra cultura o de [nuestra] naturaleza, tal como lo diría el filósofo español Félix Duque, a quien cita el artista.

Finaliza un video dividido en dos partes, en la que se muestra la transmisión del alunizaje en 1969 en la parte de arriba, y los procesos extractivos de la minería a gran escala en la parte de abajo. Desarrollo lógico si se contrapone con las piezas de los escarabajos con las gorras: es el mismo hombre saqueando su tierra para abrir su cielo; en donde todo lo que sucede es el clásico Rompimiento de Gloria, pero por parte del hombre, haciendo que sus conceptos culturales de lo sagrado ipso facto se desvanezcan, en un metáfora en la que ubica al hombre en la danza escatológica de su propia naturaleza.