Elías Crespin
Cecilia de Torres New York
Círculos, cuadrados, pentágonos, olas y líneas ondulaban y se movían rítmicamente respondiendo al tironeo de hilos de nylon transparentes y mecanizados que desencadenaban su movimiento coreografiado.
Tenía sentido que el artista Elías Crespin se hubiese desempeñado inicialmente como científico y programador. Oriundo de Caracas, Venezuela, Crespin obtiene inspiración de un largo legado de investigación en el campo del arte cinético y el constructivismo llevada a cabo por artistas como Jesús Soto y Alejandro Otero. En 2005, Crespin exhibió por primera vez una obra en la Galería Cecilia de Torres y en 2011 comenzó a trabajar en “Parellels”, una muestra de siete esculturas cinéticas de latón y acero inoxidable realizadas específicamente para el espacio de la galería que se inauguró el pasado mes de junio.
El amplio espacio de la galería se encontraba en calma mientras las formas geométricas reconocibles de cada escultura proyectaban sombras rígidas sobre las paredes. Entonces el director de la galería, Dan Pollock, activó las obras a través de las teclas de su I-pad. Esto dio lugar a una miríada de movimientos y cada escultura comenzó a bailar, moviendo sus sombras en una secuencia de patrones organizados, aunque a veces inesperados.
La primera escultura, Circuconcéntricos Latón , 2012 , estaba compuesta por siete cuerdas circulares que se engrosaban desde el centro hacia los extremos, semejando una secuencia de sistemas planetarios moviéndose alrededor de su órbita. Fabricados enteramente en latón, cada uno de los círculos estaba suspendido de tres líneas transparentes que se conectaban a un motor. Como un titiritero orquestando un espectáculo, el motor halaba suavemente y movía cada círculo siguiendo un guión programado por el artista. Se trataba de un mecanismo tecnológicamente ingenioso; sin embargo, a pesar de ello, podría decirse que la obra se percibió como una variante mejorada de un tema predecible, y sus formas como formas comunes que se han utilizado en exceso. No obstante, Pollock ha refutado esto, explicando que “la fuerza de la obra reside en su geometría, línea y forma, que son parte de su atracción universal”.
Independientemente de lo mencionado, los efectos ópticos en “Parellels” fueron impresionantes y hubo momentos en la muestra de Crespin que fueron pura poesía visual. Dos redes colgantes tituladas Tapiz 5, 2012 y Tapiz 7, 2012, semejaban entramados suspendidos hechos de finas varillas de acero inoxidable. Ondulando como olas y haciendo serpentear sus cuadrados con movimientos llenos de gracia, las delicadas redes creaban la ilusión de ser espejismos nadando ante los ojos del espectador con el efecto de una pintura de Rothko. Estas obras eran, cuando menos, visualmente cautivantes.
Sin embargo, fue la más pequeña, Malla 8 Paralelas, la que brindó la experiencia más convincente. Debido a su carácter íntimo, fue la única obra que no dio la impresión de corresponder a una feria de ciencia. Compuesta por pequeñas varillas de metal y esferas de acero inoxidable semejantes a pesas de pesca, Malla 8 Paralelas era un cuadrado de líneas que, al ponerse en movimiento, irradiaban un aura semejante a la de una criatura. Sus pesas oscuras y sus brazos independientes se comportaban en una forma menos orquestada y restringida, sugiriendo la posibilidad de que podrían metamorfosearse y saltar sobre el espectador si uno se acercaba lo suficiente. Esto era emocionante.
Está claro que Elías Crespin es un maestro cuando se trata de manipular la percepción de la profundidad utilizando el espacio positivo y negativo dentro del espacio real para crear una ilusión de espacio reflejado. Sin embargo, “Parellels” fue la unión evidente entre el movimiento orgánico y la tecnología, el arte y la ciencia, que dio lugar a una presentación reservada y agradable que no trascendió sus raíces tradicionales.