Entrevista - Marta Minujin

Por  por Philip Larratt-Smith, Curador. (New York) | marzo 25, 2010

PLS: ¿Cuándo conoció a Andy Warhol?

MM: En 1966.

PLS: ¿Cómo lo conoció?

MM: Viví en París durante tres años, luego regresé a Buenos Aires y me puse a hacer esos locos happenings que aparecieron en The New York Times. Andy me conocía a través de las cosas extravagantes que hacía con la gente de Fluxus en 1964, 1965. Así que cuando hice mi aparición en Nueva York, le llevé una pieza mía de grandes dimensiones titulada El Batacazo a Leo Castelli y Castelli me consiguió una muestra en la Galería Bianchini, en la [calle] 57 Invitaron a Andy a la inauguración de mi muestra en febrero de 1966 y así fue como lo conocí.

Andy Warhol y Marta Minujin

PLS: ¿Congeniaron de inmediato?

MM: Él pensó que yo era un fenómeno, y en ese entonces él coleccionaba gente extraña. Así que inmediatamente se convirtió en mi amigo.

PLS: Así que comenzó a frecuentar la Silver Factory (La fábrica plateada).

MM: En el 66 nos hicimos íntimos, cenábamos juntos todas las noches en Max’s Kansas City. Cada vez que llegaba un argentino a Nueva York, yo lo llevaba a La Fábrica. Llevé allí a Jorge Romero Brest, que era como el pope del arte en Buenos Aires ¡y nadie en La Fábrica le dirigió siquiera la palabra! Cualquiera que visitara La Fábrica podía recorrerla, hacer lo que le viniera en gana. Las puertas estaban abiertas y uno podía ir de un lado a otro. Pero Andy no era famoso.

PLS: ¿Quiere decir que para ese entonces tenía una reputación pero todavía no era famoso?

MM: Correcto, era reconocido por un grupo de gente, pero más tarde fue inmensamente famoso. Éramos muy parecidos, buscábamos lo mismo: el concepto de ‘fama’. A mí me interesaba la televisión; me interesaba el hecho de que había gente que había ido a la televisión y se había vuelto famosa de inmediato. Él también estaba explorando eso. Ya en ese tiempo yo aparecía en televisión, utilizaba la televisión en mi trabajo. Éramos muy parecidos pero de formas diferentes, realmente diferentes.

PLS: ¿Cuál fue su primera impresión de él como persona? ¿Le pareció demasiado tímido y tranquilo, o comenzó a hablar con usted?

MM: Simplemente dijo “Hola, Marta, ¿cómo estás? ¿Qué son esas cosas que haces?” Siempre hablamos mucho, pero a veces, cuando estaba con gente, no se daba cuenta de que actuaba con timidez. Cuando solíamos ir a Max’s Kansas City en las noches, hablaba con todo el mundo. Siempre estaba rodeado por un grupo de gente underground. Cuando asistía a alguna inauguración, siempre tenía cuatro, cinco personas alrededor suyo.

PLS: ¿Quiénes eran estas personas?

MM: Nico, los Velvets y Gerard Malanga. También Jonas Mekas y Stan Brakhage, todos aquellos cineastas, porque todavía quería hacer películas. Cuando recién llegué, él ya se encontraba haciendo Chelsea Girls y vi la habitación del Hotel Chelsea donde la estaban filmando.

PLS: Ese debe haber sido un viaje.

MM: Filmando gente que se inyectaba heroína a través del pantalón. Ni siquiera se sacó los pantalones, esa mujer gorda y corpulenta.

PLS: Se refiere a Brigid Berlin.

MM: Cuando Andy y yo hicimos esa obra con los choclos, ella estaba allí, en La Fábrica, en la calle 32.

PLS: Siguió trabajando en La Fábrica hasta la muerte de Andy.

MM: También me hice muy amiga de Taylor Mead.

PLS: ¿Le gustaba el ambiente de La Fábrica?

MM: Vi mucha acción allí. Conocí a todos los artistas Pop. Fui a ver a Roy Lichtenstein cuando vivía en una iglesia, así como a George Segal, que vivía en el campo con su mujer. También a Robert Rauschenberg, que vivía en el East Side. Ayudaba a otros artistasporque él ya era mucho más famoso. Pero La Fábrica era diferente; siempre había mucha más actividad allí que en el estudio de cualquier otro artista. Si uno iba al atelier de Lichtenstein, ya había muchos ayudantes allí, dos o tres, tal vez,pero no se veía gente dando vueltas por allí. En lo de Andy era como caminar por la calle; la gente iba y venía, de aquí para allá, y eran siempre gente mucho más joven, muy underground, gente sin nada de dinero pero también algunas personas muy ricas, como Edie Sedgwick y otra gente que tenía más poder. A veces Andy parecía estar dominado por esa gente y se volvía muy, muy tímido. Más adelante, cuando se volvió más famoso, comenzó a hacerse el tímido, con una mala disposición hacia la gente. No hablaba con la gente. Otros hablaban por él.

PLS: En los años setenta mucha gente vio un gran cambio en Andy. Tenía una nueva Fábrica que era mucho más una empresa que un escenario underground. Sus asistentes provenían ahora de la clase media y socialmente prefería rodearse de ricos y famosos.

MM: Nunca los quiso como quería al grupo de gente underground.

PLS: ¿Conoció a Candy Darling y Jackie Curtis?

MM: Sí, seguro. En 1966-67, Salvador Dalí solía tomar el té a las cinco en el Hotel St-Regis y siempre nos invitaba a Andy y a mí, y a Candy Darling, René Ricard y Ultra Violet. Todo sucedía muy rápido. A mi llegada Andy no era famoso, pero en el transcurso de un año se volvió muy famoso. Pero siempre amó al grupo underground, aun después de que Valerie Solanas le disparara y casi lo matara. Fue maravilloso cuando recién comenzó a hacer la revista “Interview”, una forma muy interesante de relacionarse con la gente de sociedad a través de un periódico.

PLS: A Andy siempre le gustó hablar con la gente por teléfono, o tener una cámara o alguna otra barrera tecnológica.

MM: Sí, eso era una forma de protección.

PLS: Las personas extravagantes que le resultaban tan interesantes también podían atemorizarlo. Su “look” es muy similar al de Andy en muchos aspectos. Él tenía una colección de pelucas. Algunas eran de un rubio platinado, algunas de un rubio más natural, y otras eran realmente de cabello muy blanco. En los años sesenta utilizaba mucho los lentes oscuros, como usted.

MM: Siempre utilizo mis anteojos negros como una especie de protección.

PLS: Warhol utilizaba su look como una marca registrada. Era “cool”, neutral, reservado, algo desapasionado, malicioso e ingenuo al mismo tiempo. Confirmaba lo que muchos de sus contemporáneos pensaban de él: que era un fraude y un maestro manipulador que se aprovechaba del talento y las debilidades de los demás.

MM: Andy era una de las personas más generosas que haya conocido. Era fantástico con todo el mundo. Cuando íbamos a comer a Max’s Kansas City solía pagar la cuenta de todo el mundo. Nadie lo sabe.

PLS: Sin embargo, hay muchísimas historias que lo describen utilizando a la gente.

MM: No, no, no, tal vez los utilizara, pero al mismo tiempo, ellos Ray Johnson, Nam June Paik, Charlotte Moorman y Al Hansen, pero no tanto a George Maciunas. Conocía principalmente a los que estaban en París, Robert Filliou, Wolf Vostell, Allan Kaprow.

PLS: ¿La obra de Warhol ejerció alguna influencia sobre su trabajo?

MM: No, absolutamente ninguna influencia; sólo éramos amigos.

PLS: Así que se trataba más que nada de una relación personal.

MM: Correcto. Cuando hice la Cabina Telefónica Electrónica en el ’67 organizaron una fiesta para mí en la terraza de un edificio en la calle 57 y la 3a Avenida. Y Andy vino con cien o doscientas personas, así que hacia el final de la noche nos corrieron a todos del techo. Fue un escándalo; la gente hacía sus necesidades allá arriba. Fue un escándalo y a Andy eso le encantaba.


PLS: ¿Usted se fue de Nueva York en el 67?

MM:No,me fui en el 69.

PLS: ¿Regresó a Buenos Aires?

MM: En principio, pero más tarde me fui a trabajar y a vivir a Washington, por razones personales. Seguía yendo a Nueva York y siempre veía a Andy.


PLS: ¿Mantuvo su relación?

MM: Sí. La última vez que lo vi fue en 1985, cuando hicimos la obra de los choclos. En el ínterin me había vuelto muy famosa en Argentina. Bueno, ya era famosa antes, pero ahora era realmente famosa. Todo el mundo estaba tan enloquecido con la deuda externa argentina. El dólar no dejaba de subir. Así que decidí que ya que él era el rey en Nueva York y yo era la reina en Argentina, yo iría y pagaría la deuda internacional de Argentina con maíz.

PLS: ¿Por qué con maíz?

MM: Porque durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial, cuando nadie tenía comida en Europa, Argentina dio de comer al mundo. El maíz proviene de América Latina, pero piense en los copos de maíz, los norteamericanos consumen mucho maíz. Ese es el verdadero oro de Latinoamérica. Fui a encontrarme con él en el Odeón y le pregunté si quería hacer la pieza conmigo y dijo que sí. Así que fui al mercado puertorriqueño en las afueras de la ciudad y compré mil choclos y los pinté de naranja para que parecieran de oro y los llevé a La Fábrica en la calle 32. Hicimos una montaña de choclos y luego tomé doce fotografías en las que comenzamos por mirar directamente a la cámara y luego nos volvíamos el uno hacia el otro progresivamente. Luego yo tomaba un choclo y le daba uno, dos, tres choclos por vez, él los aceptaba y así se pagaba la deuda.

PLS: Warhol nunca visitó Buenos Aires?

MM: No. ¡Ni siquiera sabía dónde quedaba!

PLS: Pero pintó un retrato de una mujer argentina en los años setenta.

MM: Fue el de Amalita Fortabat. Es la mujer más rica de Argentina. Fue una comisión y ella pagó $400.000. Andy logró que muchos millonarios visitaran La Fábrica.

PLS: ¿Cómo cree que se entiende su obra en Argentina? ¿Esto ha cambiado con el transcurso de los años?

MM: Bueno, la gente viaja tanto, y también está Internet, así que ya conocían a Andy.

PLS: Ahora bien, la pieza que hizo con Warhol tiene resonancias políticas; sin embargo, Warhol no era una persona muy política.

MM: Así es, pero le gustaba la idea de ser rey. Creo que sabía lo que estaba pasando en Argentina en 1985, luego de la dictadura militar y todo eso. Así que le encantó la idea, hablamos y hablamos al respecto y dijo que sí y lo hicimos y eso fue todo.

PLS: A su juicio, ¿la obra de arte fue la performance? ¿O fue la fotografía?

MM: La fotografía. La performance se realizó para producir la fotografía, que es un símbolo de lo que sucedía entre los dos países.

PLS: ¿Vio Warhol alguna vez la obra terminada?

MM: No. Fuimos juntos a un lugar donde podían ampliar la fotografía y luego se fue de viaje, no sé a dónde. Yo traje la obra de regreso a Argentina, donde permaneció veinticinco años aquí en mi estudio. Una vez que Andy y yo terminamos, caminamos hasta el edificio Empire State; llevamos los choclos con nosotros y se los repartimos a la gente. Luego arrojamos todo en la calle y salimos corriendo.


PLS: La muerte de Warhol marcó un cambio en Nueva York. El viejo grupo underground había desaparecido.

MM: No había tantas fiestas.

PLS: Andy representó un cierto momento de Nueva York.

MM: Cuando murió, su obra no era considerada tan buena ni tan fantástica, y mucha gente no creía que fuera un buen artista. Pero más tarde, sí; lo comprendieron más tarde.

PLS: En parte debido a su influencia sobre la generación más joven de artistas estadounidenses que realmente lo apreciaban.

MM: Sí, bueno, los demás artistas pop estaban muy celosos. Nadie los habría reconocido si se cruzaban con ellos en la calle, pero Andy estaba en la televisión y Andy estaba en todas partes y todo el mundo en Estados Unidos lo reconocía. Era una especie de estrella pop.

PLS: ¿Siempre le gustó más Andy que los otros artistas pop?

MM: Como persona, sí.


PLS: ¿Pero cree que su trabajo es mejor que el de otros artistas pop?

MM: No, no, es muy similar, muy similar. No creo que sea mejor. Lo que es mejor es su actitud, que era muy de vanguardia, muy de avanzada. Era más creativo que los demás. James Rosenquist, Tom Wesselman, siempre hacían lo mismo. Lichtenstein también. El que más me gustaba como persona era, probablemente, Rauschenberg, que también era muy generoso, hablando todo el tiempo y siempre haciendo cosas nuevas. Pero el resto eran aburridos. Los conocí a todos, pero Andy era el más “cool”.


PLS: Andy siempre quería que la fiesta siguiera indefinidamente. Encuentro su trabajo más interesante porque es más patológico.

MM: Es más contemporáneo.

PLS: Mire el mundo del arte de la actualidad. Es como si Warhol lo hubiese diseñado. El dominio del mercado, las fiestas, la relación con la cultura contemporánea pop, la TV, el flirtear con la pornografía – todo parece muy Warholiano.


MM: Sus libros son extraordinarios. The Philosophy of Andy Warhol (La filosofía de Andy Warhol) es uno de los libros más fantásticos jamás escritos.

PLS: Sus observaciones acerca de la naturaleza humana eran absolutamente acertadas.


MM: Sí, entendía a la sociedad realmente bien.

PLS: ¿Encontró a Warhol cambiado cuando hizo la obra con él en 1985? ¿Era diferente de cómo había sido en los sesenta?

MM: No, era exactamente el mismo, nunca cambió, eso era algo bueno que tenía. Aun cuando ya se había consagrado, una vez que te conocía y le gustabas, era para siempre. Siempre le dije, “no quiero que me incluyas en Interview, porque Interview es parte de tu trabajo. Lo que quiero es incluirte en mi trabajo”; así que eso fue lo que hice. Era el rey de Nueva York, por eso Nueva York me resulta tan aburrido desde su muerte. Ya no tengo con quien hablar, ni nadie que me lleve a todas las fiestas.