Iran do Espirito Santo
Una estética pristina que modifica las percepciones
Iran do Espírito Santo nació en 1963 en la ciudad de Mococa, Brasil. Siendo adolescente, trabajó en un laboratorio de fotografía procesando copias en blanco y negro, lo que posteriormente tuvo un gran impacto en su obra.
En 1981 se estableció en la ciudad de San Pablo, y luego de cursar estudios en Londres, Inglaterra, durante dos años, regresó a San Pablo para completar su maestría en arte en la Fundación Armando Alvares Penteado en 1986. Su primera exposición individual en la Galería Sean Kelly, en la ciudad de Nueva York, tuvo lugar en el año 2002 y ésta le siguieron otras tres muestras individuales, la más reciente de las cuales, titulada SWITCH, se inauguró en marzo de 2012. Durante la última década, la obra de Espírito Santo ha pasado a integrar las colecciones de numerosos museos, entre ellos el Museo de Arte Moderno de Nueva York, el Museo Solomon R. Guggenheim, también de Nueva York, el Museo de Arte Contemporáneo de Chicago, el Museo de Arte Moderno de San Francisco, así como el Museo Irlandés de Arte Moderno, Dublín, que también sirvió de sede a la retrospectiva itinerante de Espírito Santo. En 2007, el artista representó a Brasil en la Bienal de Venecia, la muestra internacional de arte más importante de Italia, y participó con su obra en la Bienal de San Pablo 2008, así como en la Bienal del Mercosur 2009, que se llevó a cabo en Porto Alegre. Espírito Santo vive y trabaja en San Pablo, Brasil.
Una estética prístina que modifica las percepciones: Iran do Espírito Santo
La obra de Iran do Espírito Santo es una yuxtaposición de precisión y juego, detalle obsesivo y banalidad. Son estos opuestos los que crean tensión y permiten que su trabajo funcione en múltiples niveles tanto prácticos como conceptuales. A lo largo de más de dos décadas, Espírito Santo ha creado obras que reflejan su buen ojo para el detalle y su tendencia a una estética reduccionista, cualidades que juntas plasman una mentalidad de ejecución de una precisión incomparable. Utilizando en su trabajo objetos de tamaño real así como instalaciones escultóricas y dibujísticas de grandes dimensiones, su elección de materiales industriales y de consumo, que van desde metales y espejos hasta selectos mármoles y cristales, confieren a su obra un aura sobrenatural resaltada por una presentación caracterizada por una perfección casi sobrehumana. De hecho, durante la presente entrevista, el artista reorganizó dos veces sus catálogos para apilarlos ordenadamente sobre la mesa que tenía delante, sugiriendo esto que su necesidad de organizar y crear simetrías es instintiva y muy arraigada. Esta necesidad de orden tiene su origen en una preocupación ética hondamente sentida. Recientemente Espírito Santo, que reside en el centro de una floreciente economía emergente, dio una charla en una escuela de arte de San Pablo y observó que en lugar de plantear preguntas existenciales acerca del arte, la mayoría de los estudiantes querían saber más sobre los factores económicos relacionados con el tema. Esta revelación de una arraigada visión consumista referida a los commodities y el arte reafirma su determinación de producir obras que sugieran una relación alternativa con respecto a objetos y experiencias, con la esperanza de promover una renovada comprensión de nuestro rol en el mundo. Espírito Santo asegura que fue su fijación de toda la vida con el dibujo la que lo acercó al arte y que su obra escultórica surge de una mentalidad dibujística. Esto explica por qué el uso prolífico que hace de la línea y del sombreado monocromo para crear perspectiva en un plano pictórico − ya sea que se trate de un espacio expositivo o de una página plana − no tiene parangón en cuanto a su convicción ética y a su ejecución.
Una de las obras que mejor ilustra la relación indagadora de Espírito Santo con su audiencia es una de sus primeras instalaciones-intervenciones, Drops, creada para la muestra de arte público colaborativo InSITE en 1997. InSITE fue concebida como una sociedad artística binacional entre las ciudades fronterizas de San Diego, EUA, y Tijuana, México, y contó con la participación de instituciones públicas sin fines de lucro así como del sector privado. Para este evento, Espírito Santo creó la única intervención del espacio público al aire libre del proyecto, consistente en una instalación de varias piezas, más precisamente veinte dados cuadrados de concreto de 16 pulgadas (40,6 cm) distribuidos estratégicamente entre las dos ciudades − diez en Tijuana y diez en San Diego. Drops se fragmentó así a través de su dispersión y cada dado se vio imbuido del contexto sociopolítico de su lugar de emplazamiento. Las ubicaciones incluyeron desde iglesias y escuelas hasta parques y una playa, convirtiendo a cada dado en un objeto de juego dentro de un juego más vasto de descubrimiento al azar. Cada modelo ampliado de dado aparecía ambiguo, solidificado − literalmente − en concreto, inutilizándose a los dados inanimados en su función corriente de proveedores de azar y haciéndolos en cambio susceptibles de un encuentro fortuito al estilo del de John Cage. Involuntariamente y de forma divertida, el juego se expandió y a pesar de sus considerables 260 kilogramos de peso, un dado robado fue encontrado por la policía un año más tarde en la vecina ciudad de Los Ángeles, reinstaurando la sensibilidad intervencionista y lúdica de la obra de Espírito Santo, Drops.
Sin embargo, bajo esta naturaleza juguetona subyace una arraigada necesidad de crear orden y plasmar de forma impecable los objetos que nos rodean en la vida diaria. A través de un profundo análisis del objeto, que incluye dibujos y rediseños, Espírito Santo lo transforma, llevándolo a su forma más esencial, y por ende más “verdadera”. Su ampliamente exhibido objeto escultórico, Bulb (Bombilla eléctrica), mostrado como parte de una instalación de seis piezas en la galería Sean Kelly en 2004, se enfoca en un objeto de uso doméstico a menudo pasado por alto. Transformándola en una réplica exacta de acero inoxidable sólido de tamaño real, Espírito Santo recrea una bombilla eléctrica que aparece más perfecta que la verdadera. Despojando a la bombilla de su utilidad, coloca por primera vez al objeto en la posición de ser estudiado y admirado como el arquetipo de la bombilla eléctrica. De esta forma, los objetos plasmados por Espírito Santo hacen zozobrar la subjetividad de la percepción presupuesta.
Para llevar esto aún más lejos, para generar una plataforma progresivamente óptima para la observación y la experiencia, el artista crea una serie utilizando el material “real” original del objeto descripto, con el fin de promover una relación directa y desinhibida entre el observador y la obra de arte. La pieza Water Glass 2 está hecha de cristal sólido y la serie Can, de acero inoxidable sólido, presentando una apariencia abstracta a pesar de su peso y su solidez, ya que el artista infunde a cada pieza un híper realismo que coloca al objeto en posición de ser renegociado a través de una mirada nueva. Esta relación prototípica entre el objeto y el espectador por fuera de su medio híper consumista habitual, elimina la mediación de la cotidianeidad caótica y acerca el presente al ideal.
Cada vez más cansado de la aproximación al objeto de arte como un objeto de consumo masivo en un escenario artístico crecientemente comercializado, Espírito Santo expandió su deseo de un objeto de uso diario autónomo a la esfera del medio ambiente y la experiencia, creando la instalación En Passant en 2008. Expuso esta obra reduccionista de pared siete veces, incluyendo su presentación en la Bienal de San Pablo, recreando la pieza en cada sitio para imitar las condiciones de la luz en cada espacio. Rememorando su experiencia como técnico en un laboratorio fotográfico, Espírito Santo contempló a cada espacio como un fotograma, transformando la luz y la sombra en bandas meticulosamente sombreadas del blanco al gris y al negro, en gradaciones ya sea horizontales o verticales, dependiendo de las paredes disponibles. Así, En Passant constituye un esquema para recrear la luz visible en una descripción ordenada de líneas a ser asimilada y percibida fácil y claramente, suplementada por una experiencia de ilusión óptica que imita la naturaleza pasajera de la luz.
De muchos modos, En Passant impulsó aún más las exploraciones previas de Espírito Santo referidas a la ejecución de obras específicas para un sitio que el artista había propuesto en su contribución a la Bienal de Venecia de 2007. Extension/fade combinó el interior y el exterior de la muestra presentada en el espacio expositivo de los Giardini al reproducir su fachada en una pared interna. Sin embargo, la reproducción hecha por el artista, compuesta por ladrillos perfectamente rectangulares que iban desvaneciéndose desde gradaciones oscuras de grises hacia la transparencia del espacio blanco, creaba la ilusión de ser una estructura idealizada perdiéndose dentro de un vacío eterno. Mientras que esta pared marcaba el comienzo de la exploración de representar las fluctuaciones de la luz en el espacio que sugerían el pasaje del tiempo, las líneas detalladas y ordenadas de En Passant crean un ritmo ilusionista que tanto refracta como absorbe la luz, utilizando el presente como su fuente de creación para generar una condición aislada de experiencia que es existencialmente atemporal.
Espírito Santo recurre a mecanismos ópticos básicos, no tan incitantes como los trucos del trompe l’oeil, para promover una participación moderada, contemplando el efecto de la ilusión como un subproducto de una experiencia más compleja que abarca múltiples niveles. Sus exposiciones constituyen un escenario en el cual las representaciones de lo banal − líneas monocromas y grisallas − se modifican mínimamente para crear percepciones de profundidad. De este modo, Espírito Santo es el guionista que utiliza la no ficción de la experiencia de la vida real para ofrecer una nueva interpretación de un mundo virtual idealizado que tal vez se acerca más a un sentido de verdad.
SWITCH, la muestra que Espírito Santo presenta actualmente en la galería Sean Kelly en la ciudad de Nueva York, lleva su juego con la ilusión a un nivel intensificado de experiencia y poesía. La muestra abarca tres salas, cada una de las cuales invita a la exploración. La primera presenta un dibujo mural de dos grandes cuadrados dibujados a mano que recuerdan las acumulaciones de líneas de Sol Lewitt en el uso de gradaciones gráficas de tonos blancos, grises y negros que encapsulan una atmósfera que va de lo luminoso a lo oscuro. Bajo el título de Switch, estos bloques contrastantes ondulan con el mismo movimiento de una pintura de Mark Rothko, pero a diferencia de las abstracciones de Rothko, son figurativos y trascienden el simple movimiento atrayendo al observador a un vacío de líneas detalladas. Como en un doble truco de la mente, uno sucumbe a las fuerzas ilusionistas de la obra al mismo tiempo que es conciente de su forma física impecablemente construida. La segunda sala ofrece una hilera de esculturas en mármol sólido tituladas Globes, compuestas por copias moldeadas de jarrones y urnas coleccionados en tiendas y mercados de pulgas. Los objetos son reconocibles en escala y forma, pero un lustre blanco inmaculado, una solidez abstracta y la apariencia de encontrarse suspendidos en un largo estante flotante hacen que tengan una apariencia extraterrestre. El gran final, Mirrors, es una instalación compuesta por tres láminas espejadas gigantescas “dobladas” y colocadas en ángulo en la sala, no sólo para reflejar la presencia del espacio sino también para absorber y refractar la luz cambiante a medida que se derrama desde la claraboya en lo alto. Esta intervención de la luz modifica indeterminadamente la sombra de su superficie del blanco al negro, del día a la noche. Como una fachada de vidrio de Mies van der Rohe, estos espejos estáticos son receptáculos de cambio que reflejan la imagen de los visitantes a medida que atraviesan el espacio − dando testimonio en última instancia del paso del tiempo.
Iran do Espírito Santo tiene la habilidad de transportar al espectador no sólo metafóricamente sino también físicamente. Su consistente y profunda exploración de temas, un estilo que fusiona la estética del minimalismo con la figuración y el arte conceptual para convertirse en excepcionalmente intangible y ambiguo, así como un enfoque de la producción que imita una automatización elegante, lo transforman en un maestro de las herramientas de la experiencia. Sus esculturas e instalaciones proponen composiciones y yuxtaposiciones escrupulosamente pensadas utilizando la condición presente del espacio para forzar con suavidad experiencias que son a la vez atemporales, dulcemente melancólicas e inquisitivamente existenciales.