Iran do Espírito Santo

Ruth Benzacar, Buenos Aires

Por Victoria Verlichak | enero 09, 2013

La muestra de Iran do Espírito Santo (Mococa, San Pablo, 1963), que se presenta en paralelo a la de Leda Catunda en otro nivel de galería Ruth Benzacar, despliega (estratégicamente) una serie de esculturas y un enorme mural.

Iran do Espírito Santo

El trabajo del artista sorprende al observador que, cuando piensa en el arte brasileño, espera la voluptuosidad y los colores del trópico. Tan exquisitas como minimalistas, sus esculturas aparecen como referencias domésticas, pero cuestionan las apariencias y son la presencia de una ausencia. Las perfectas y pulidas formas que semejan objetos de empleo cotidiano fueron despojadas de su finalidad, y el ojo de la cerradura no es una abertura sino una protuberancia de granito negro que irradia la imagen del espacio y del que se acerca a mirarlo. Los distintos modelos de tulipas nunca alcanzarán a transparentar la luz, son de sólido y blanco mármol. La lamparita eléctrica no emite destellos sino los reflejos del metal lustrado. El espejo se dobla tapando parte de la superficie reflejante y se desdobla creando, también utilizando el color natural del reverso del cristal, piezas que remiten al arte constructivo y que parcialmente devuelven la imagen de la sala.

De modo que las cuatro esculturas con espejos de la serie Twist revelan el sobrio y engañoso mural que las enfrenta. Se trata de una obra site-specific, que en este caso ocupa la pared principal de la galería de 22,6 x 2,80 metros. Son cientos, ¿miles?, de líneas verticales pintadas a mano alzada sobre el muro con inquietante precisión y con casi 60 gradaciones entre el blanco y el negro, generando perspectivas que alteran la percepción. Espírito Santo crea juegos ópticos y transforma el espacio tanto como los objetos de uso diario, sutil y drásticamente.