Jac Leirner

Estação Pinacoteca, Sao Paulo

Por Teodoro Ferrer | febrero 07, 2012

Vista a la distancia, una de las obras en la retrospectiva de Jac Leirner que está siendo presentada actualmente en la Estación Pinacoteca en San Pablo se asemeja a una composición minimalista totalmente blanca, una especie de Robert Ryman, discreta y casi a punto de desaparecer contra la inmaculada pared del museo.

Jac Leirner

Ya más de cerca, se pueden observar etiquetas con precios de valor creciente, etiquetas adhesivas arrancados de paquetes de cigarrillos que fumó durante el ahora distante período de híper inflación que tuvo lugar en Brasil en las décadas de 1980 y 1990.
Leirner siempre opera en este doble dilema entre una idea de perfección formalista y un sardónico sentido de ironía que se articula alrededor de sutiles elementos autobiográficos. Su obra es el resultado de un cuidadoso y preciso acaparamiento de objetos banales a lo largo de los años, una especie de excavación arqueológica del presente que evoluciona hacia una crónica de un período de su vida y de la sociedad en la que vive. De este modo, Leirner crea un conjunto de obra basado en lo que parecerían ser los restos de una existencia propia del jet set.
Acumulados, apilados o desplegados como elementos visuales se encuentran pilas de talones de boletos, bolsas de compras, etiquetas adhesivas, etiquetas de precios, servilletas, tarjetas de negocios, ceniceros, cubiertos y mantas de los que se utilizan en los vuelos. En un escenario museístico, se metamorfosean en banderas, mosaicos o coloridas composiciones abstractas que fluctúan entre la sobriedad minimalista y las ostentosas construcciones neo-pop.
Así logra documentar la vida de un artista, en este caso la suya, coleccionando objetos sin valor intrínseco, los residuos descartados que explican las ondas que causa un artista contemporáneo en un escenario dominado cada vez más por el capital y la especulación. Leirner traza aquí un paralelo entre el existir como artista y desplegar estrategias estéticas para lograr reconocimiento y dinero, como si ser artista fuese una suerte de actuación, un acto de malabarismo entre la integridad artística y el mezclarse con el mundillo del arte en inauguraciones y salidas sociales.
En general, cultiva un fuerte diálogo con la tradición modernista y constructivista de Brasil, elementos en la obra de los maestros del arte concreto que creció viendo en la colección de arte de su padre. Aun si su masivo despliegue de material de descarte parece caprichoso o aleatorio, todos estos objetos se agrupan en una operación serial, un patrón repetitivo de los mismos objetos de interés marginales que adquieren nueva fuerza artística como una composición deliberada y precisa, de polvo a obra de arte. Tal vez esto es lo que Leirner quiere significar cuando describe su obra como un intento por encontrar un lugar de descanso terminal para objetos olvidados y sin un destino apropiado.