Jonidel Mendoza
GBG Arts. Caracas
Giambattista Vico (Nápoles, Italia, 1688- 1744) en su libro “La ciencia nueva o principios de una nueva ciencia relativa a la naturaleza común de las naciones”, de 1725, se opone a los criterios del racionalismo, en particular a la destrucción cartesiana de “ideas claras y distintas”, como único objetivo para conocer la verdad. Vico rechaza los conceptos lineales de la historia y la analiza como un movimiento “corsi e ricorsi” (cursos y recursos) en virtud de la cual las civilizaciones se suceden aportando cada
una su propia identidad.
Los “corsi e ricorsi” ascienden en forma de espiral, como el ADN. Y en ello Vico se adelanta al pensamiento de su tiempo. Se trata de una filosofía inclusiva –basada en los aportes de una América nueva y en la cual el visionario Vico demuestra que cada nación tiene su propia identidad, sin que por ello se niegue la historia y el pasado. Tampoco el lugar donde se esté. No ha sido sino hasta bien entrado el siglo XX que se reconoce a Vico como un intérprete de la determinación de los pueblos y razas.
Jonidel Mendoza (Venezuela, 1975) surge como una de las nuevas promesas del arte venezolano. Las primeras imágenes que tuvimos de su obra correspondían a siluetas anónimas que se observaban a través de la superposición de tramas metálicas, unidas por un soporte. Viaja a Corea del Sur donde pasa dos años, –invitado por una galería-, y logra comunicarse con el país asiático con la misma fluidez que en Venezuela. Todo lo cual prueba la teoría del napolitano Vico. A su regreso a Venezuela realiza una muestra donde elimina el soporte de esas figuras. Las mismas se proyectan sobre las paredes. No hay color, solo lo indispensable. No hay tiempo, no hay lugares, no hay barreras idiomáticas. Sólo basta la comunicación. Esa –que más allá de las palabras y de los tiempos-, sólo tiene como interprete la sensibilidad.