José Antonio Hernández-Diez
Ka.Be. Contemporary. Miami
La más reciente exposición individual del reconocido artista venezolano José Antonio Hernández-Diez (Caracas, 1964) es el punto de partida de un work in progress que ha titulado como Petare 2009. Presentada como una gran instalación fotográfica cuya clave de lectura se facilita por un breve texto que la acompaña tomado de la novela de H. G. Wells La máquina del tiempo (1895), la muestra potencia los signos de la compleja interacción establecida entre Hernández Diez y un grupo de habitantes del referido barrio caraqueño, basada la última en una operatoria que podría describirse sucintamente como sigue:
en una calle del populoso asentamiento es aparcado un ejemplar del modelo de auto deportivo DeLorean DMC12, que fuera internacionalmente identificado como máquina del tiempo luego de su uso con esta función en Back to the Future, filme de Robert Zemeckis (1985); la parte exterior del maletero del auto es decorada con un arreglo de vivas y abundantes plantas locales, evidente cita contextualizada y no exenta de humor de las dos flores que el Viajero de la obra de Wells trae desde el porvenir como testimonio de que la gratitud y la ternura seguirán habitando en el corazón del hombre; personas de diferentes edades son invitadas a retratarse en el auto, situación con la que se abre in situ la posibilidad de un intercambio verbal respecto a las motivaciones de su posible viaje a través del tiempo y la importancia de éste para sus vidas.
La propuesta se ancla en la conexión que establece con las pro- ducciones artísticas de ciencia ficción mencionadas arriba, ambas fenómenos de popularidad que además de transitar rápidamente de la industria cultural a la denominada como alta cultura han logrado permanecer en la memoria de amplios sectores de público gracias a su exploración en la sensibilidad humana a través de una fantasía, cuestión que se ubica en el centro mismo de la nueva situación artística generada por Hernández Diez. Este nos invita ahora a asistir a su proceso de trabajo, un juego performático del cual la exposición es una primera fase al detenerse justo antes de que podamos conocer las historias personales que los protagonistas de la acción tejen alrededor de la máquina del tiempo y sus propias apetencias de movilidad: hacia el futuro, como lo concebiría Wells; o hacia el pasado, como lo prefirieron Gale y Zemeckis.
El gesto aparentemente bizarro de llevar un “artilugio” tecnológico de culto como el DeLorean a un barrio pobre de Caracas funciona en la propuesta, entre otras cosas, como una reso- nante metáfora acerca de la comunicación intercultural y el descentramiento del lugar de construcción de la fantasía del viaje a través del tiempo, históricamente vinculado a los países de mayor desarrollo científico-técnico. Podemos asimismo suponer que también esa fantasía se diversifica y reelabora en múltiples direcciones por aquellos ciudadanos comunes que, convertidos en actores participantes, se involucran en la performance desarrollada por Hernández Diez. Siempre tiene que haber un lugar y fecha de destino desde donde pueda narrarse la experiencia de semejante travesía, y aquí es Petare 2009.