Julieta Aranda:
El futuro fue incesantemente
Repasando los senderos recorridos por esa variabilidad especulativa que ha ido formando la obra siempre en curso de Julieta Aranda, podría avanzar que nos perderíamos en simplificaciones, y acabaríamos por malentender su movimiento y su empuje, si nos proponemos enmarcar esta obra en un momento, o tratamos de abordarla como si se tratara de una flecha que inmovilizamos en medio de su trayectoria de vuelo.
Dicho de otro modo, no me parece aconsejable concluir nada definitivo sobre esta obra plural y disonante, entre realidad y ficción, ni siquiera para hacernos entender su continuidad. En primer término, porque la trayectoria de Julieta Aranda no es una, ni se compone de momentos lineales, y, en todo caso, esos momentos no se corresponderían con o en la misma serie de frecuencias o de intencionalidades. En segundo término, porque sus obras no se presentan ni se comportan como estamentos inmóviles. Y creo que la razón principal que hace necesario aplazar una conclusión final es la propia naturaleza escurridiza en la que se debate e incesantemente se bifurca un ejercicio animado por el esfuerzo de percibir eso que se nos escapa: el tiempo, la circulación y la imaginación.
Un repaso a un grupo de obras y proyectos realizados por Aranda durante los últimos cinco años podría pretender, en todo caso, “mantener” brevemente una aproximación a la obra en la medida en que la artista aborda esos conceptos, aunque nos arriesguemos a percibirlos como si se tratara de una sucesión de instantes. Al mismo tiempo, y de otro modo, la obra también nos permite asumir que la ausencia de “puntos” o “momentos” fijos en ésta dispara la oportunidad o posibilidad de la interacción o el juego con dicha obra, lo que, en cierto modo, nos ayuda a continuarla o completarla.
Tal vez la obra There has been a miscalculation (Flattened Ammunition), 2007-2011, nos ofrezca una pista para abrir la puerta al sentido siempre deslizante y perceptiblemente inconcluso de la obra de Aranda. Esta obra consiste en un cubo de plexiglás trasparente conteniendo aproximadamente 100 novelas de ciencia-ficción con una trama que se desarrolla antes de 2007, el año en que se presentó por primera vez, que han sido pulverizadas. También contiene un compresor oculto, controlado por ordenador, que levanta el polvo inesperada y violentamente a intervalos aleatorios, como una repentina tormenta de arena. El experimento de Aranda sobre el funcionamiento (o mejor, re-funcionamiento) del tiempo, y también de la historia, circula y arremolina interminablemente páginas de libros pulverizadas, frases y palabras en un cubo al vacío, suspendidos incesantemente en un futuro pasado.
Otras obras, series fotográficas e instalaciones han retomado el concepto del tiempo, unas veces para considerar nociones alternativas de la experiencia temporal y otras veces para acercarse a la arbitrariedad y a la liberación del tiempo. You Had No Ninth of May, 2006-2011, se aproxima a la artificialidad de la construcción homogénea del tiempo a través del caso de Kiribati, un archipiélago del Pacífico que en 1995 cambió la posición de la Línea Internacional del Día (IDL), poniendo en cuestionamiento conceptos como “hoy” o “mañana”. Y en la memorable y bellísima intervención de Julieta Aranda en el Guggenheim Museum –inaugurando la serie experimental “Intervals”, que responde a las innovaciones y nuevos desarrollos que emergen en el arte contemporáneo− la artista presentaba cuatro obras que abordan lo que Aranda entiende como “la formación del sujeto” y la afirmación del dominio del tiempo propio como condición para la individuación. En esta muestra, todas las piezas se proponían para, según la artista, describir parcialmente “un sentido del paso del tiempo de acuerdo con la experiencia subjetiva, en vez de suscrito al sistema estricto de medidas que asigna duraciones fijas a un evento dado”. Así, en Partially untitled (tell me if I am wrong), 2009, una pieza situada en el espacio de paso de la escalera del museo, un agujero en la pared nos descubría la imagen de un reloj de arena, un símbolo tradicional de la muerte, pero visto a través del mecanismo óptico refractante de la cámara oscura los granitos de arena parecían flotar hacia arriba, como invirtiendo el tiempo.
En otra obra de esta muestra que Aranda titulaba Two shakes, a tick and a jiffy, 2009, la artista instaló un reloj de gran tamaño en el que el día se dividía en 10 horas largas. El reloj referenciaba el tiempo decimal que se introdujo durante el racionalismo de la Revolución Francesa que contenía 10 horas de 100 minutos con 100 segundos cada uno, pero, en cambio, el movimiento de la segunda manecilla del reloj se correspondía directamente con el ritmo fluctuante del latido del corazón de la artista durante el transcurso del día, de modo que la revolución completa de los 100 segundos variaba de acuerdo a la conducta de Aranda. La artista, de nuevo, proponía la posibilidad de reclamar soberanía sobre la experiencia del tiempo propio, más allá de su sujeción a la autoridad. Con la misma intencionalidad, en las exposiciones “In Search of Lost Time” , 2011, “the tale of the tiger is longer than the tiger’s tail”, 2011, y “Tiger, Tiger (The Institutionalized Revolution)”, 2010, retoma el tema, y lo expande políticamente, para abarcar el momento histórico presente de México y, metafóricamente, la omnipresencia y manipulación de medios como Televisa.
Sería erróneo, sin embargo, desligar toda esta obra compleja e imaginativa del proyecto multidisciplinar polivalente de e-flux, del que Julieta Aranda es co-fundadora y co-directora con Anton Vidokle, o independientemente del resto de los proyectos realizados en colaboración con este artista. Por un lado, e-flux video rental, 2004-2008, y Pawnshop, 2007-2011, consideraban y promovían una tendencia hacia la reconfiguración de las relaciones económicas en el arte iniciando y desarrollando modelos o formatos alternativos y experimentales de intercambio y acceso entre los artistas y el público, y replanteando las relaciones económicas institucionales en el contexto de lo que Aranda entiende como “poéticas de circulación” que operan fuera de los espacios tradicionales de exhibición y de la condición de invisibilidad y pasividad que el sistema de producción/consumo exige del espectador o audiencia. Por otro lado, Time/Bank, 2009-en curso, con más de tres mil participantes en sus diferentes manifestaciones en diferentes ciudades del mundo, permite, tanto a grupos como a individuos, intercambiar colectivamente su tiempo y habilidades en el contexto de un sistema económico alternativo que establece una moneda inmaterial y una micro-economía paralela para la comunidad cultural.
En cualquiera de las obras o proyectos mencionados, podríamos atrevernos a decir −como conclusión aventurada, ya incesantemente escurridiza y tan plegada, doblada, estirada, colapsada, agujereada e inconmensurable como el instante− que Julieta Aranda reclama cierto grado de control sobre nuestra experiencia como forma de afirmar nuestra autonomía frente al poder.