Julio Pacheco
Rivas La Cuadra, Caracas
Julio Pacheco Rivas (Caracas, 1953) pertenece a esa clase de artistas a la cual se le reconoce la coherencia en el tiempo. También la evolución de su trabajo y el deseo de búsqueda permanente. Pudiéramos definirlo como una versión actual de Piranesi, sólo que no con los elementos terroríficos del grabador del siglo XVIII, sino por su pasión por la arquitectura y un abigarramiento de estructuras. Pacheco desnuda los espacios y detalla los elementos constructivos en un deseo de decodificar esa obsesión, que nos persigue, del espacio-tiempo.
En esa línea de trabajo Pacheco ha realizado sus lugares imposibles de manera impecable. El espectador necesariamente se dete- nía para tratar de resolver esas geometrías infinitas. Sus piezas anteriores tenían las aristas marcadas. Su luz venía del espectador y podía apreciarlos en su verdadero color. Pacheco hacía un close-up de su ámbito personal. Piezas que estaban en contra luz. Actualmente el artista plantea el espacio en alto contraste. La luz proviene del fondo y el espectador ya no ve color, sino en blanco y negro. Está enceguecido. La propuesta se simplifica. Pero hay más. Esa luz crea una dispersión del espacio que elimina los detalles. El ambiente se vuelve más puro. Debe entonces el espectador recurrir a la memoria para dilucidar la propuesta. Y el artista juega con el tema luz-memoria para atrapar al visitante.
En esta etapa el artista se va alejando, cada vez más, de la figuración para adentrarse en un mundo abstracto-geométrico, con un sentido de espacialidad, que se multiplica con el manejo de las perspectivas inverosímiles que Pacheco Rivas ha sabido desarrollar, desde sus inicios, hace más de 40 años. El resultado es una propuesta mucho más minimalista y reduccionista de una evolución sostenida. Con una economía de medios insólita, Pacheco crea unas piezas –por contrasentido-, más realistas porque sentimos que los espacios fueron visitados jugando el artista con la idea de que han sido espacios vividos y no ficciones.