LE LE LEND, UNA EXPOSICIÓN AUTOGESTADA Y SIN INTERMEDIARIOS
Hasta el 25 de noviembre, en el sexto piso de un edificio empresarial de la Ciudad de Buenos Aires (Lenado N. Alem 928), está abierta al público una exposición colectiva sui generis dentro de la escena contemporánea argentina. Con la participación de diez de los artistas plásticos más destacados desde el año 2000 –Juan Becú, Florencia Bohtlingk, Laura Codega, Max Gómez Canle, Vicente Grondona, Máximo Pedraza, Tiziana Pierri, Déborah Pruden, Nahuel Vecino y Lorena Ventimiglia-, Le Le Lend inauguró hace dos semanas como una muestra auto-curada por ellos mismos.
En un espacio con cemento sin revocar y una panorámica al Río de la Plata, Le Le Lend exhibe más de cincuenta obras seleccionadas por los propios artistas. Por la envergadura de los talentos reunidos y el espacio dónde la exposición se lleva a cabo es difícil imaginar algo similar por fuera de las instituciones o galerías que lideran actualmente el mercado argentino.
Aunque son varios, los artífices de este proyecto son Eduardo Mallea y Cecilia Perazzo de Mallea, en cierta forma personas exógenas al mundo del arte. Coleccionista y abogado, Mallea tiene un vínculo cercano, al igual que su mujer Cecilia, con algunas de las figuras que participan de la muestra. Según comentó, la idea de realizar este proyecto lo tenía enloquecido hace un tiempo y comenzó a tomar forma a partir de la visita que hizo a un departamento del reconocido Edificio Saint, donde imaginaron originalmente la muestra, lo cual luego fue tomando forma en base a conversaciones que mantuvieron con algunos de los artistas (Vecino, Becú, Gomez Canle y Grondona). “Si bien, el objetivo principal era generar una acción que promueva el arte contemporáneo nacional, lo que resultó también pondría de manifiesto algunas dicotomías actuales propias del mercado del arte”, explicó Mallea y agregó: “Acá sólo existen los artistas y los espectadores”. En este sentido, Le Le Lend promueve la autogestión de quienes exponen, más allá de las relaciones que cada artista pueda mantener con galerías.
Con una evidente propuesta figurativa -más allá de algunos trabajos como los de Pierri o Pruden, que asoman a lo abstracto- los universos de Max Gómez Canle y de Nahuel Vecino, de Máximo Pedraza y de Vicente Grondona o los de Lorena Ventimiglia y Juan Becú, como así también los de Florencia Bothling y Laura Codega establecen una simbiosis fundada en la propia pintura. A partir de este gran diálogo que los diez artistas establecen entre sí se constituye la exposición.
“Todos salimos a exhibir en los 2000. Quizá por eso la auto-curación fue tan pertinente”, argumentó Grondona, que además de describir irónicamente la exposición como “poco razonable”, dijo que se trata de un proyecto que le permitió –tanto a él como los demás artistas- traer obras de carácter más personal o que nunca habían sido exhibidas ya que todo fue construido desde una “autogestión amorosa”. O como también lo expresó Gomez Canle, desde una auto-admiración mutua de artistas con ciertas afinidades estilísticas.
Devolviéndole a la pintura esa facultad de proponer utopías, Le Le Lend toma su nombre de allí. Haciendo referencia al bien conocido musical de Damien Chazelle, la muestra propone revitalizar estas posibilidades –en la actualidad algo soslayadas- que la pintura como medio expresivo brindó a lo largo de toda la historia del arte. “Como un instrumento fundamental para la sociedad y su capacidad de imaginar otros mundos posibles”, sostuvo Gómez Canle.
A partir de una idea originaria de Cecilia, en cuanto a que las obras se exhiban suspendidas, con su organización Eventia efectuó el diseño y puesta en práctica de la muestra con la coolaboración del artista y montajista Fernando Brizuela. Así, las obras colgadas del techo del espacio crean un microcosmos singular donde predominan trabajos de gran formato. Las carbonillas intimistas de Pedraza contrastan con el expresionismo de Becú y los paisajes hiperrealistas de Gómez Canle, los personajes figurativos de Vecino con las abstracciones de Pierri, etcétera. Como expresó Pierri, detrás de esta propuesta colectiva, el fin último es la “puesta en diálogo de cada lenguaje para establecer hilos conductores” entre un grupo de creadores que ha venido desarrollando la pintura contemporánea, simultáneamente, desde el comienzo del siglo XXI.