Labor

Hunter College East Harlem Gallery New York

Por Julia P. Herzberg, Ph.D. | abril 17, 2012

El Centro de Estudios Puertorriqueños, fundado hace cerca de cuarenta años, es un instituto de investigación que posee una vasta e invalorable colección de material que documenta la vida y la cultura puertorriqueña en Nueva York.

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El Centro se trasladó recientemente de Hunter College en Park Avenue a su nueva sede en el Silberman School of Social Work en Lexington Avenue e East 119th Street en East Harlem, el corazón histórico de la Diáspora puertorriqueña. Para celebrar la mudanza del Centro y la inauguración de su nueva galería de arte, se comisionó a Melissa Calderón, Miguel Luciano, Antonio Martorell, Juan Sánchez y Nitza Tufiño, prominentes artistas puertorriqueños pertenecientes a diferentes generaciones y con distinta formación y experiencia, para que crearan nuevas obras inspiradas en sus investigaciones en los archivos del Centro enfocadas en la “Gran Migración” de la isla al continente durante las décadas de 1940 y 1950. Su exposición, Labor, explora la realidad social de los trabajadores puertorriqueños en todas las áreas imaginables, con pasión, compromiso, belleza e incluso humor.
La abuela de Melissa Calderón, que era modista, enseñó a la artista a coser y bordar, habilidades que utilizó en la serie de bordados titulada Reality /My Unemployed Life (2011). Durante diez meses, en el transcurso de un “período de meditación acerca de la naturaleza del trabajo” (Susana T. Leval, co-curadora), la artista “canalizó a su abuela”, creando cuatro imágenes íntimas de objetos cotidianos. Prone presenta un sofá desgastado como los que se encuentran comúnmente en hogares que atraviesan situaciones difíciles.
Miguel Luciano presenta en su Porto Rican Cotton Picker (2011) una fotografía de Felícita Méndez, una bicicleta Schwinn de 1971 restaurada (Schwinn Cotton Picker), y un chaleco de cuero de un club de ciclismo con insignias y botones originales del movimiento por los derechos civiles y las luchas laborales que se extendieron desde los años cincuenta a los setenta. En la década de 1920, la familia de Méndez emigró de la isla para trabajar en los campos de algodón de Arizona. Algunos años más tarde, ella se mudó a California, donde crió a sus hijos, a los que a causa del color de su piel y su apellido no se les permitió asistir a escuelas públicas. Méndez interpuso una demanda en contra de la escuela distrital y luego del fallo de referencia Méndez v. Westminster, que sentó jurisprudencia, California se convirtió en el primer estado que prohibió la segregación en las escuelas públicas.
La recuperación de Luciano del caso Méndez a través de los Archivos, su propia bicicleta Schwinn Cotton Picker actualizada (según la tradición del Puerto Rico Schwinn Club, el club puertorriqueño de ciclismo original de Nueva York) y el chaleco traen a colación temas de resistencia, afirmación y orgullo.
En una serie de grabados sobre madera diseñados como estampillas, el artista y co-curador Antonio Martorell rescata de los Archivos incontables retratos de personas de clase trabajadora que, vestidas con sus mejores ropas, se hacían fotografiar en las azoteas de pisos alquitranados de los conventillos donde vivían en la ciudad de Nueva York para dar la impresión de que habían alcanzado un mejor nivel económico que el que en realidad tenían. El artista recuerda haber recibido por correo, de niño, fotografías similares de parientes que se habían trasladado al continente para mejorar sus vidas. Las “estampillas conmemorativas” de Martorell rinden tributo a los trabajadores anónimos que se esforzaron por hacer realidad su sueño de un futuro mejor.
Nitza Tufiño, que se formó en la Academia de San Carlos en México, pintó un retrato grupal tradicional al estilo de los murales mexicanos. Haciendo una interpretación muy personal de la historia de su familia, ubicó en el centro la imagen de su abuelo, cuya fotografía encontró inesperadamente en los Archivos en un formulario de empleo. Al recomponer un retrato de familia, incluyó a miembros de la familia no sólo de varias generaciones y de diferente origen étnico y geográfico (Puerto Rico y México), sino que también viajaron en busca de nuevas oportunidades. La artista se esforzó por infundir a los retratos un sentido de “nostalgia”, el sentimiento que las personas experimentan por su tierra natal.
En el video collage de Juan Sánchez Unknown Boricua Streaming: A Nuyorican State of Mind, cientos de fotografías pasan como rayo en un flujo de conciencia que dura una fracción de segundo. La cuadrícula de fondo muestra una bandera de Puerto Rico que cubre las figuras de un hombre y una mujer. Las imágenes superpuestas digitalmente abarcan un espectro enciclopédico de personas que han tenido un papel fundamental en la historia y la cultura de Puerto Rico en la isla, en Nueva York y más allá. La palpitante historia visual se mueve al ritmo de Billy Holiday, John Coltrain y Tito Puente; las imágenes de héroes liberadores − Pedro Albizu Campos, Lolita Lebrón, Emiliano Zapata, Nelson Mandela; figuras religiosas − Cristo, Buda, Martin Luther King; graffiti callejeros e imágenes pop; petroglifos tainos; así como fotografías de archivo de mitines sindicales, obreras de la industria de la confección, un soldado anónimo y la poetisa Julia de Burgos.
La apropiación que hace Sánchez del texto de Bernardo Vega sintetiza el concepto esencial de Streaming, así como el de la muestra en su totalidad: “Sin ninguna duda, para pararnos/sobre nuestros propios pies, los puertorriqueños/de todas las generaciones debemos comenzar por afirmar nuestra historia./Es como si dijéramos que/tenemos raíces; ¡por lo tanto, somos!