Liliana Porter
Luciana Brito, São Paulo
Diminutas figuras humanas engullidas por una tormenta de color y de olas evocan la fragilidad en una obra que Lilian Porter mostró en su última exposición individual en la Galería Luciana Brito, en San Pablo. Pero tal vez solamente a primera vista. La obra de esta artista argentina radicada en Nueva York parece tener más interés en discutir la naturaleza de la representación, reduciendo los elementos figurativos a un rol secundario.
Estos juguetes y figuritas yacen expuestos a la furia de elementos controlados, trazan marcas en el asfalto blanco de la tela, un horizonte azul y trozos de heno esparcidos y atrapados en una composición estática de la artista. Porter parece burlarse con humor irónico y delicado, de la sustancia misma de la presencia humana.
Otros artistas y fragmentos de la cultura Pop son mostrados y reducidos a unas pocas marcas distintivas. La mano de Mickey Mouse, un retrato de Matisse en una postal de museo, una fotografía de la famosa escultura de huevo de Brancusi aparecen enmarcados en contextos domésticos kitsch, de ornamentos ready-made que drenan el fervor de los artistas.
Porter establece un inteligente e irónico juego de traducción. Los recuerdos surgen torcidos y resquebrajados en estas frágiles instalaciones, como si el verdadero enemigo fueran el buen gusto y los afectos y la marca que dejan sobre la forma en que otros artistas perciben el mundo.