Martin Legón: Las fuerzas productivas. Barro Arte Contemporáneo, Buenos Aires
Podemos sentir que toda la exposición deviene un poema, que apenas nos ancla en un sentido y una experiencia ya produce un nuevo extrañamiento para dar lugar a otro sentido y a otra experiencia.
“El poema es un collage de lo real” se lee en un texto del poeta norteamericano Jack Spicer –de su libro After Lorca– en la primera sala de la exposición Las Fuerzas Productivas del artista argentino Martín Legón (Buenos Aires, 1978) en la galería Barro Arte Contemporáneo. Los términos poema, collage y real devienen engranajes preciosos de una muestra que, como otras del artista, se caracteriza por su complejidad conceptual y diversidad de formatos. La exposición se estructura en tres salas, que resultan de la división del amplio espacio continuo de la galería, y que van poniendo en tensión, a su vez, nociones como la de reproducción y originalidad, producción y consumo, descarte y recuperación, anonimato y firma, entre otras. En la primera se exhiben 30 fotografías familiares, en su mayoría de la década de 1950, tomadas por personas anónimas en los Estados Unidos. Legón compró a través de Internet lotes familiares de diapositivas subastadas hasta reunir 18.000 imágenes. Las fotos expuestas, reproducidas y ampliadas, son el resultado de una selección por parte del artista. En el centro de esta sala se presenta, a manera de instalación, un cuadrado realizado con todas las diapositivas adquiridas. Ya la propuesta del artista para la 30° Bienal de San Pablo incluía dibujos anónimos de un proceso de selección laboral real, que también compró y rescató. En la segunda sala aguarda un gran estanque negro con agua de apariencia densa y oscura. En un extremo de esa forma geométrica –que en otra muestra Legón vinculó con el suprematismo de Malevich y que ahora sugiere otras relaciones – descubrimos un muñeco anaranjado muy pequeño sentado en un borde. Luego de sonreír ante su inesperada presencia, nos preguntamos si acaso teme dar el salto hacia la profundidad de ese estanque enigmático y abismal para su tamaño. Las ideas se suceden al hallar también en esa sala cinco pinturas abstractas realizadas por el artista, que se duplican al reflejarse en el estanque. En tanto, la última sala funciona como síntesis de las anteriores y, al respecto, el título de la muestra, que remite a la teoría de Karl Marx, habilita a pensar la exposición en términos dialécticos. En esta tercera sala se exhiben, en una vitrina, las treinta diapositivas reproducidas en la primera y, además, sobre una lámina de mármol negro se encuentra una almohada cubierta en parte por una remera anaranjada, las cuales encontró el artista un día en la puerta de su casa. Y aparece en este último caso el “collage casual”, como lo denomina Legón, señalando su inscripción en la tradición del collage y el realismo social de Antonio Berni, y “la basura de lo real”, a la que se refiere también el texto de Spicer. Así, las distintas partes y trabajos de la muestra se corresponden y enlazan a través de la historia del arte, de los tiempos y realidades de diversas sociedades, de la literatura, del valor del trabajo artístico. ¿Son las fuerzas productivas del arte? Sentimos entonces que toda la exposición deviene un poema, que apenas nos ancla en un sentido y una experiencia ya produce un nuevo extrañamiento para dar lugar a otro sentido y a otra experiencia. Un poema de los que agradecemos.