Mauro Giaconi

Dot Fiftyone, Miami

Por Janet Batet | marzo 23, 2011

El universo de Mauro Giaconi está cimbrado por un poderoso hermetismo. Sus estructuras de construcciones se imponen como enigmáticos enjambres, barreras, límite, imposibilidad. Tubos, andamios, ladrillos, techos, escaleras, cables, contenedores son apropiados como entidades estéticas de alta significancia: zonas álgidas desde donde el artista discursa acerca de problemas ontológicos concretos como la incomunicación y la fragilidad.

Palimpsesto, 2010. Graphite and rubber on paper. Grafito y goma sobre papel. Courtesy/Cortesía Dot Fifty One, Miami.

La propuesta artística de Giaconi de gran poder metafórico obliga al espectador a escudriñar, buscando tras la fría estructura el gesto del humano.

Immense Parallel constituye la segunda exposición personal del artista en Miami y una nueva etapa dentro de esta insaciable pesquisa para con el medio urbano, concentrándose Giaconi esta vez en un único material: la cerca. Esa estructura maleable de metal que como tapia delimita bordes y evidencia sentidos de propiedad al tiempo que excluye, segrega y estigmatiza. La exposición compuesta por dibujos al grafito y una instala- ción central constituye una fuerza expansiva vital desde la cual el alambre parece estallar. Giaconi, que es un excelente dibu- jante, recrea al grafito estas acumulaciones de alambre que gracias al uso enfático de la goma son horadadas por haces de luz que nos deslumbran y cautivan.

Estos trabajos bidimensionales tienen una espacialidad esen- cial. Las capas sucesivas de alambre horadadas por la luz aso- man como un espacio –intransitable- a transitar, un reto a la imposibilidad. Algunas de las obras contienen todavía reminiscencias de construcciones que actúan, a modo de señuelo, clin d’oeil a la producción anterior del artista. Tal es el caso de Anular, 2010, tríptico en el que Giaconi nos muestra la desintegración progresiva de la estructura arquitectónica, devenida madeja, garabato, gesto expresivo liberador.

Los títulos de las obras son altamente sugerentes: Revolver, Detonar, Anular, Derrumbar, Rasgar, Podar. Todos impelidos por la fuerza del verbo que incita a la acción; los infinitivos escogidos por el artista denotan la necesidad de barrer con todo para instaurar un nuevo orden, una nueva cosmogonía.

En este sentido, el diálogo de los dibujos con la instalación central es vital. Hueco, 2010, está compuesta por múltiples capas de mallas de alambre espaciadas la una de la otra con idéntica distancia, generando como resultado un perfecto cubo inaccesible desde cualquiera de sus aristas. La reluciente estructura que destella en su interacción con la luz incita al recorrido circular donde destaca la lúdica sensación cinética que deriva del desplazamien- to visual entre las diferentes capas. Giaconi, pinzas en mano, ha horadado cada capa en busca de una salida, un túnel liberador que, curiosamente, yace atrapado en la propia estructura.

En la sala central, Palimpsesto, 2010, se impone por la belleza del trazo y lo sofisticado de la armónica composición resultante. El exquisito dibujo de grandes proporciones mantiene la misma vocación abstracta que anima el resto de la muestra. La superposición del motivo -en obsesión catártica- termina por anular al referente que emula con zonas de luz y oscuridad, ligeros entuertos de la perspectiva, pequeñas áreas fuera de foco que obligan al espectador a un reposicionamiento constante frente al cuadro.