Mayami Son Machín
Gallery Diet, Miami
Mayami Son Machín es ante todo, una muestra divertida y como suele suceder con el buen humor, un agudo comentario acerca de nuestra realidad. El sentido de pastiche evidente en el título mismo de la exposición, es la constante que guía Mayami Son Machín en su divertido escrutinio por los prejuicios y clichés que identifican a la cultura latina.
La exposición es curada por Stefan Benchoam y Emiliano Valdés, fundadores de Proyectos Ultravioleta, una organización independiente de gestión de las artes con sede en la Ciudad de Guatemala que ha venido desarrollando una encomiable labor en la promoción del arte guatemalteco contemporáneo.
Apoyándose en el epítome de la música latina de Miami en los años ochenta, Mayami Son Machín propone una exploración de la idiosincrasia latina a partir de tres zonas álgidas anunciadas en el título mismo de la muestra. La primera, “Mayami”, refiere al enclave de Miami en tanto imagen del deseo para América Latina: estereotipo de realización mercantil, plaza de veraneo y glamur, pero también evidencia del problema migratorio que enfrenta Latinoamérica, exponente de la realidad política y social de nuestros países.
El “son” interviene entonces como segunda zona de indagación. Género musical distintivo de la región, el son encarna su sentido melódico y sensual, e impone el comentario erótico y musical asociado a la cultura latina, mientras que el “Machín” refiere al cliché machista y al rol de género.
La atmósfera general de la exposición recrea un Miami idealizado y estereotipado donde pájaros exóticos planean sobre nuestras cabezas en medio de ponches tropicales, perros que copulan, hamacas coloridas, neveras portátiles y vistas crepusculares.
En la recepción, las bananas cubiertas de chocolate, de Naufus Ramírez-Figueroa, devienen en un controvertido piscolabis dado el ambiente general de la muestra, que carga la obra de obvias implicaciones eróticas.
Jugando también con estereotipos sexuales destaca Chocorrol, 1997. En el vídeo, Yoshua Okón, presenta dos perros en plena cópula. El macho es un Xoloitzcuintl (perro típico mexicano de piel oscura y carente de pelo) mientras la hembra es una sofisticada French Poodle de pelo blanco y refinada coiffure. Ambos caninos encarnan una sátira mordaz acerca de esquemas morales y rencillas de género y clase predominantes en la cultura latina. Un nuevo nivel de lectura se impone cuando descubrimos que el artista ha pagado por los servicios de la sofisticada perrita para satisfacer los deseos de su perro.
Ocupando el suelo de la galería, Radames “Juni” Figueroa despliega su instalación conformada por dos toallas de playa sobre las que se pueden leer las inscripciones “chico malo” y “obscuridad” y, cercano a ellas, un “cooler”. Este último, en polietileno desechable y decorado con puntas metálicas plateadas de estilo punk creaba una estética de lo precario y del kitsch, altamente sugerente. Divertida, incisiva, glamorosa, decadente, un poco en serio, un poco en broma, Mayami Son Machín es una efectiva parodia de los clichés asociados a la cultura latina al tiempo que una muy buena dosis de buen arte.