Moris

Michael Sturm, Stuttgart

Por Fernando Carbajal | abril 04, 2013

En un espacio cerrado las situaciones cotidianas se alteran. El orden en que construimos una figuración del mundo nos proporciona entonces un dramatismo, una teatralidad que se manifiesta a través de enunciados cada vez más reducidos y repetitivos.

Moris

Todo se convierte en resonancia de los ruidos del habitante, de sus pasos en el transcurso del tiempo y del gesto vital que ciertos objetos, remarcan. Pero ese espacio cerrado puede tener la escala de la Ciudad de México, del territorio mexicano hoy, ya pertenece de hecho a esta escala de volúmenes amorfos y sonoridades poderosamente monótonas, donde la población se repliega al interior de márgenes dentro de los cuales dramatiza violentos cuadros de una misma película sin censura.

Es en ese espacio cerrado donde surgen los ensamblajes de Moris, cada vez más ofensivos y sistematizados. El uso de mecanismos giratorios en la pieza La bestia tendrá su día, que da título a su última exhibición, indica la obsesión del pensamiento enfocado en el exterminio del otro, justo como ese cuchillo suspendido de una serpiente de llantas de bicicleta que gira sin descanso hasta rozar el suelo, generar un surco y torturar a quien permanece en la habitación a media luz.

También la evidencia del cuerpo, cada vez más específica en la producción, se bifurca. En un extremo lo corpóreo es el arma que cabe en una mano que se empuña en defensa de sus pertenencias, en una clase de mecano del asalto ( Defensa personal); en el otro, el cuerpo es una huella remarcada en tres chaquetas de cuero ( Leal al hombre equivocado), que se enlazan en una cadena de mando que va del cielo a la tierra en caída. La pieza gira lentamente, se contrae y se expande como la metáfora de la lealtad cuando lo prioritario es sobrevivir. Lo que en realidad se enuncia es la posibilidad de ser más ingenioso que el fuerte, más fuerte que el rico, más rico que cualquiera.

En los comunicados de prensa mexicana hay siempre un encabezado que desborda cada noticia, que vende y multiplica el morbo. En las páginas se encuentra no sólo el relato sino la temperatura de los cuerpos masacrados hallados, el olor de las bolsas de fluidos, las miradas de víctimas y victimarios con el peso específico del cemento, como en las piezas Chacal. Es un manual diario que Moris ha aprendido a disecar, y que somete a distintos procesos de pensamiento.

Las imágenes son catalogadas para su alteración generando distintas series pictóricas, de las cuales observamos en esta exhibición dos: la que clausura el delito ( Paisajes censurado) y la que permite al delito o al paisaje re-significarse por sí mismo en una geometría de vacíos ( Cielo roto). En ambas piezas el fondo supera a la figura, mientras la bestia respira.