Nanín
O. Ascanio Gallery, Miami
La recientemente estrenada O. Ascanio Gallery de Miami presentó la exposición personal “Nanín: Recent Works”, del artista venezolano que estudió arte en la Escuela de Champertier de Paris (1978-1981) y arquitectura en la Universidad Central de Venezuela (1981-1986) además de ser alumno de Carlos Cruz Diez durante 13 años. Su obra ha sido expuesta ampliamente en Francia y América Latina en sitios como el Espacio Meyer Zafra, la Galeria Graphic Art, de Paris, y Durant & Diego en Caracas.
La propuesta de Nanín es, ante todo, una poética que reinventa el lenguaje modernista de la abstracción geométrica y concreta, para llevar sus referentes y signos esenciales a un plano contemporáneo cuando interviene el espacio de la galería y lo convierte en una gran instalación al inscribir en sus paredes hipotéticas frases, construidas con signos tan personales, abstractos y enigmáticos como lo son los signos dibujados durante la madrugada en campos de trigo por supuesta acción extraterrestre. Esta inteligente concepción museográfica del hecho plástico probablemente está relacionada con la experiencia del artista en el terreno curatorial, habiendo curado importantes exposiciones para el Museo de Arte Moderno Jesús Soto de Ciudad Bolívar (1992), el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas (1999) y el Primer Salón Bigott de Arte Popular en el Centro de Arte Maracaibo en el 2006.
La obra de Nanín se ha inspirado en principios geométricos y matemáticos sobre los que basa su concepto de lenguaje hibrido que se expresa a través de lo simétrico y asimétrico, la repetición y el cambio. El color es otro de los principales elementos de codificación en la estructura de su semántica visual, aportando harmonía y cohesión a toda la serie. Los signos de Nanín, sin embargo, forman parte de una gramática que mucho le debe a sus estudios de arquitectura y a una afición musical que alguna vez también siguió, de ahí que sus caprichosas formas geométricas pudieran estarnos remitiendo por igual a las representaciones gráficas del lenguaje arquitectónico o a los signos de notación musical. La obra de Nanín crea un continuum visual compuesto de armónicas formas caladas en aluminio y PVC policromado, cuyos colores y formas van urdiendo un discurso visual que por momentos nos produce la misma sensación de cuando nos enfrentamos a un texto escrito en un alfabeto oriental, nuestra vista se recrea en los rasgos de los incomprensibles signos, como ante un hecho estético más que comunicativo. En este caso podemos leer claramente estas oraciones inscritas en el lenguaje de los dioses de la belleza.