Norton Maza
Bendana-Pinel, Paris
Cuán difícil es no sentirse impresionado por la obra de Norton Maza-Lautaro (Chile, 1971). Una obra, reflejo de una vida personal de exilio y viajes que le permiten realizar un paralelo entre el hemisferio norte y el hemisferio sur a través de una reflexión histórica y política. Al gran consumismo del norte, el artista responde con objetos banales e insólitos materiales de recuperación que instala en sus maquetas, parodias de una obra cargada de compromiso, ironía y sensibilidad respecto de la cruda realidad de dos mundos que se enfrentan.
Era de esperarse que en su primera individual, titulada Le delire des sages y presentada en la galería Bendana-Pinel (París), Maza emprendiera también el cuestionamiento del rol de la fotografía para involucrarla en un proceso de investigación irracional colectivo. En esta serie están las primeras señales de un código que pasa indistintamente de lo estético evidente en sus composiciones a una nueva dimensión de lo social desde la fotografía, y ello en exaltación de una conciencia crítica y afectiva de la imagen. La que resulta especialmente esclarecedora de temas tan candentes como las devastaciones en Gaza, las especulaciones de la bolsa americana, los flujos de poder y riqueza, etc.
Un número reducido de temas, que reelabora periódicamente, intentando transmitir las dificultades y miserias por las que atraviesan esos países. Maza construye objetos, especies de esculturas objetos de estructura frágil, como los realizados por los niños. Objetos juguetes (helicópteros, aviones, camiones, etc.) que el artista fabrica con materiales híbridos encontrados en los países que atraviesa y que instala armoniosamente para luego ser fotografiados. Seres y situaciones que despegan del celuloide y que dan a conocer nuestra cultura visual cotidiana. Cada fotografía muestra tem- pestades, individuales o generales, momentos estáticos, de incer- tidumbre, de espera. Imágenes prefabricadas, copias de copias de una realidad creada y creadora, donde el mundo real se transforma en imágenes y las imágenes se transforman en seres reales. Con una mirada irónica, presenta los personajes y objetos, únicos y universales al mismo tiempo, retratados en poses estáticas, pero definiendo en el conjunto de la composición una escena dinámica, secuencial y temporal. Es así como reconstruye esos dos mundos, como una verdadera representación teatral, donde cada elemento libera una energía propia.
Asimismo, su obra rompe con la oposición entre un arte de elite y un arte popular mediante el uso paródico de la representación como formula critica de superar los convencionalismos retóricos. En ella, hay códigos comunicacionales que generan particularidades que nos identifican y que dan como resultado una obra que aspira a lograr una síntesis entre la irracionalidad humana y las imposiciones político-sociales, religiosas y éticas. A través de estas variadas obras fotográficas que constituyen las expresiones conflictivas de esas “primeras naciones”, el artista explora sus estrategias individuales, creando un diálogo entre el arte contemporáneo, la cultura de masas y las representaciones del pasado y presente; donde cada obra contiene los signos específicos que muestran las crudas realidades contemporáneas. Una obra especialmente esclarecedora de algunos de los temas más candentes que quedan un tanto disueltos en falsas polémicas y paradigmas.