PARÍS: ANTONIO SEGUÍ EN LA BIBLIOTECA NACIONAL DE FRANCIA
La Biblioteca Nacional de Francia (BnF) dedica una exposición al artista argentino Antonio Seguí (Córdoba,1934 ), autor de una obra figurativa que muestra un mundo gráfico y colorido, mezclando nostalgia e ironía.
Instalado en Francia hace más de cincuenta años, este virtuoso dibujante ha encontrado en el arte de imprimir una práctica complementaria al dibujo y la pintura. El artista ha donado más de 500 piezas a la BnF (grabados, portafolios, libros ilustrados) que están guardadas cuidadosamente en el Departamento de Estampas y Fotografía y en la Reserva de Libros Raros. Entre esta notable colección, unas cincuenta obras, desde sus primeras impresiones de la década de 1950 hasta sus últimos grabados de carborundo, celebran la obra de un artista singular y prolífico que ha explorado con éxito todas las potencialidades del grabado.
Antonio Seguí ha realizado la mayor parte de su carrera en Francia, sin renunciar a sus orígenes sudamericanos. Artista reconocido en todo el mundo a través de numerosas exposiciones, es al mismo tiempo dibujante, pintor, escultor y grabador.
Después de estudiar pintura en Córdoba, es en México donde comienza a estudiar técnicas de grabado. Perfeccionó su formación artística en Madrid y París, donde se estableció en 1963, mientras regresaba regularmente a su país natal, lo que sigue siendo para él una importante fuente de inspiración.
La exposición, siguiendo un itinerario cronológico, destaca la diversidad de las inspiraciones de Seguí, desde artistas satíricos europeos, como Honoré Daumier y George Grosz, hasta cómics y dibujos de prensa. Una oportunidad también para apreciar la variedad de técnicas utilizadas por el artista: litografía, monotipo, grabado, lino grabado, fotolitografía, serigrafía, grabado con carborundo.
Con humor, Antonio Seguí cuestiona los estereotipos que nos hacen creer lo que vemos sin molestarnos en mirar realmente. En el período de 1960, compuso litografías con grandes áreas de color que ocultaban a los personajes y solo dejaban ver sus extremidades. A través de esos elementos fragmentarios, busca que el espectador esté atento mientras estimula su imaginación. Posteriormente, crea una serie de impresiones en fotolitografía con apariencia pop, hechas de elementos yuxtapuestos que se transforman en una especie de rompecabezas mental. Planteando, así, preguntas sin proporcionar respuestas.
En la década de 1970, aparece la figura emblemática de su obra, un hombre que llevaba un sombrero, inspirado por los hombres argentinos de su infancia, que a menudo caminaban en medio de edificios. Detrás de la naturaleza repetitiva de estas representaciones en diferentes técnicas se esconde la atención al detalle, sin caer en la narración. Finalmente, desde principios del 2000, el artista practica esencialmente el grabado en carborundo: adopta un lenguaje plástico más conciso y gráfico, dibujando figuras de un negro denso, sin apartarse de su sentido del humor. A través de esta figura recurrente, arquetipo del hombre anónimo, que pone en escena solo o perdido en la ciudad y al que enfrenta con situaciones trágicas o cómicas, Seguí tiende a reducir al hombre a su comportamiento social.
Sus obras obligan a una mirada penetrante para intentar dilucidar las pautas reales y ficcionales que el artista entrelaza a través de la figuración calidoscópica, donde la perspectiva, como la escala de proporciones, no tienen razón de ser. Seguí ha desarrollado gradualmente con las figuras que se destacan en el espacio vertical, o se mueven hacia una dirección desconocida, la imagen de una humanidad que busca redefinirse. En su obra se puede admirar la complejidad del hombre y por consiguiente la del artista: su vida, intensa y generosa.