Pablo Boneu
Museo Provincial Emilio Caraffa Córdoba
Con un cuerpo conceptualmente potente y un alma profundamente subversiva y antisistema, la muestra "Instrucciones para destruir dinero" de Pablo Boneu (1969, Argentina) es una oportuna metáfora sobre la jerarquía del dinero. Un tema totémico reflejado en gran tamaño con dólares u otras monedas trituradas. El mural “esta obra no vale mil dólares”, confeccionado con mil dólares deshilachados, subdivide el poder del dinero desvaneciendo su esencia y ampliando su simbología gracias a la cuidada estética que le permite moverse con soltura en el apropiacionismo publicitario.
Esta exposición ha tenido amplias repercusiones en la prensa, ya que es oportuna en términos históricos (Boneu es un profeta ignorado en su tierra), pero al mismo tiempo la coyuntura de crisis internacional y las dificultades para adquirir dólares en la Argentina, hicieron que el proyecto fuera tapa de los periódicos.
Siempre será resonante ver en un museo a alguien que viola las leyes − lógicas y civiles − destruyendo dinero, pero en un país cuyo presidente pide a la ciudadanía que “se olvide los dólares”, la puntería de Boneu acertó en el órgano más sensible de los visitantes: el bolsillo.
Varias piezas suponen un estampado de características decorativas y rítmicas cuya insistencia representa una aproximación peligrosa frente a todos los artistas que critican las relaciones entre el arte y el mercado. Destruir al punto de referencia de la sociedad materialista es un hecho que interpretan desde Bourdieu hasta Benjamin.
El aura de este artista radicante y semionauta, siguiendo a Bourriaud, ha lanzado raíces hasta México, inscripto entre los anti-institucionales con un mensaje global, poético y universal de varios niveles de lectura.
Los billetes exhibidos transforman la catedral del siglo XXI, el museo, en un ámbito de adoración, ilusión y exhibicionismo que el curador Humberto Sosa describe alegando “no es que la ficción avance, sino que la realidad retrocede”.
El espacio se completa con los “money destroyer” que permiten al público destrozar su dinero para llegar a un estado germinal, idéntico al que transitó el artista en su punto inicial.
Reinventarse, sin un centavo, para subsistir y subvertir.