Pablo Reinoso
Arte en la Torre, Buenos Aires
La instalación que Pablo Reinoso expone en Arte en la Torre, el espacio de la Fundación YPF, gratifica al espectador por partida doble. Al gran poder de atracción visual, la obra Fútbol 5 en la Torre agrega el relato del proceso creativo, un explícito testimonio de la gestación de la obra escrito por el propio artista.
Las formas esquemáticas que ha creado Reinoso resultan familiares. Un llamativo arco de fútbol con su correspondiente pelota domina una plaza con sus bancos y su farol. Luego, paso a paso, durante el recorrido de la obra, el visitante descubre que, a pesar de la levedad de sus líneas, esa ambientación transmite una alegría esencial. La mirada se desliza, fluye sin encontrar escollos por las líneas sinuosas de los arcos, y se entretiene en las formas enruladas los bancos.
Radicado desde 1978 en París, ciudad donde ganó fama con sus diseños para Kenzo y Givenchy, Reinoso presenta una obra que excede este site specific. Basta hojear el catálogo para descubrir que el artista regresó a la plaza de su infancia y, allí mismo, mientras miraba la base de un mástil vacío, comenzó a soñar con un plan de diseño urbanístico. Puso a andar su imaginación y así brotaron, como flores, los ondulados juegos infantiles y la calesita y el poético Mástil firulete, con sus curvas y contracurvas elevándose hasta las alturas. Reinoso realizó su obra en metal, para que sobreviva al desgaste del aire libre, dato que consolida la posibilidad de un destino público.
El curador del espacio, Fernando Farina, observa que las ciudades no tienen por qué estar exentas de belleza.
La plazoleta, poblada por piezas que interrumpen con sabiduría el paisaje del inmenso lobby, configura una obra de arte que tiene su sentido y su razón de ser: la de deparar un encuentro con la belleza y abrir el horizonte de un mundo estetizado. En efecto, la experiencia de deambular por ese territorio fantástico, está programada por el artista en términos de comunidad y es la viva expresión de la utopía de los tiempos que corren. La ambición va más allá de embellecer en Buenos Aires, una plaza cercana al Monumento de los Españoles, aspira a estetizar la existencia, la vida de la gente.
La presencia del juego remite de inmediato a cuestionar cuál es el papel de esos jugadores que son los artistas. Sobrevolando las contingencias en busca de los valores universales, Reinoso atrapa las cuestiones olímpicas y permanentes, el deseo del hombre de volver a casa, de encontrar su propio y definido lugar después de la travesía.