Panorama de los artistas jóvenes venezolanos

Carlos Calderón vive en la Isla de Margarita, Venezuela. Allí se vincula, día a día, con el mar. Su obra recrea la mezcla de emoción y angustia que siente el buzo en un ambiente que no le es propio, pero que lo embelesa.
Alexander Martínez rememora un elemento autobiográfico de su madre costurera en una especie de “patchwork pictórico” que refleja una visión particular de la sociedad.
Mariana Monteagudo crea unos muñecos en los que combina los comics japoneses (manga) y la estética precolombina, en rostros de cerámica. Seres que se ubican entre un “Chucky” maquiavélico y la suavidad de los materiales orgánicos que los revisten.
Isabela Muci se detiene en lo repetitivo –con reminiscencias chinas o japonesas-, que recuerdan piezas del Art Decó del pasado.
Erica Sogbe utiliza piezas industriales abandonadas para ensamblarlas en un soporte. Así descontextualiza el objeto, generando diversos planos y tramas. Detenerse es la clave. Primero se observará el plano general de texturas. Luego los diferentes estratos y profundidades. Hay tensiones en algunos elementos generadas por cuerdas y distensión en los fondos. También calidez en las texturas. Un trabajo entre intelectual y estético.
Antonio Ugarte dirige su mirada al movimiento de las aguas. Maximiza aquellos detalles en los que nos deteníamos en la niñez. Aguas viscosas o límpidas que siempre generan remolinos que han fascinado al hombre desde su creación.
Roberto Weil Viso es básicamente un dibujante prestado a la pintura. Su trabajo está entre la denuncia social y el artista comprometido con una sociedad que lo agobia. Ha desarrollado una sólida carrera como caricaturista que lo coloca en la importante línea de esos duales artistas venezolanos.