Post-Kinetic: Conceptualismo y Geometría en Venezuela
KaBe Contemporary, Miami
En una entrevista que le hiciera el crítico y curador Guy Brett a Jesús Soto en 1965, éste comentaba lo difícil que era para el espectador entender el arte abstracto como algo que estaba basado en la vida misma; no sólo como una investigación formal con un conjunto de reglas muy estrictas, sino como el producto de una necesidad más personal, algo así como el resultado de una relación espiritual que entabla el artista con los elementos que interactúan en la obra. Soto comentaba que para él, la obra no era sino el registro de los descubrimientos plásticos y sentimientos que ocurren a diario.
Se puede afirmar que las obras que conforman Post Kinetic parten de dos tipos de estrategias. Están las obras que miran, analizan y componen, desde la experiencia del artista, como Disección (1992) de Roberto Obregón, que hace un estudio obsesivo a la rosa y a la individualidad de cada pétalo, mediante un proceso de documentación riguroso en el que la repetición y la cuadrícula se convierten en el marco sensible a la fragilidad y poesía de lo cotidiano de lo real. José Gabriel Fernández sintetiza en Mariposa (2003) el movimiento y la forma de un par de alas, creando un volumen abstracto que registra también la mirada a la naturaleza. Los retablos de Alfredo Ramírez, En la boca del caballo, (2008), serían una síntesis gráfica de un gesto animal. Sigfredo Chacón, Sin título, (1974) presenta cuatro collages que relatan la cotidianeidad a través de la observación de elementos gráficos que traducen, a modo de diario visual, un momento del día.
Luego, están las obras que son miradas, en las que el artista presenta problemas o experiencias dirigidas al espectador. Jorge Pedro Núñez, por ejemplo, realiza ensamblajes con materiales encontrados, y con movimiento real, como en el caso de El Último Cuplé (2011) en el que un móvil hace girar discos de vinilo que penden de un hilo de nylon. También, mediante el riguroso recorte realizado a partir de anuncios de exposiciones provenientes de la revista Art Forum, en la serie Black Mountain in Color (2011) indaga no sólo en la experiencia de la percepción del espectador, sino juega con el mundo de referencias del arte contemporáneo y el inconsciente colectivo. Carla Arocha y Stéphane Shraenen entablan una relación de miradas en la instalación Persiana (2010), en la que una retícula realizada en espejo que pende del techo, inhibe y modifica la visual de dos lienzos Light Blue (2010) haciendo del espectador una parte de la obra. Yucef Merhi muestra Net@tari (1985), su primera obra, realizada cuando tenía ocho años de edad y en la que se han modificado los códigos del conocido juego para producir una imagen variante y continua.
La veintena de piezas que conforman la muestra en KaBe Contemporary reúnen un muestrario de revisiones y propuestas insertas en las estrategias del conceptualismo y la abstracción en la Venezuela de las últimas décadas, que pueden perfectamente coincidir con este proceso de relaciones cuasi mágicas y cotidianas que ocurren entre el artista, la obra y el espectador.