Priscilla Monge
“No puedo dejar de decir cosas”
Priscilla Monge surge en el panorama del arte costarricense, y eventualmente en la escena internacional, en la década de los noventa. Su advenimiento coincide con la aparición en Centroamérica del así llamado post-modernismo. Se trata de un fenómeno simultáneo del cual no sólo ella va a ser participante coincidente, sino la gran mayoría de los artistas centroamericanos que en la actualidad desarrollan una obra de mérito e interés.
Su formación académica se inició a mediados de la década de los ochenta, en la Universidad de Costa Rica, una escuela de arte caracterizada por funcionar a partir de un modelo prácticamente decimonónico, heredado de España y fundamentado en el dibujo, la pintura y la escultura más tradicionales, donde difícilmente se podrían haber escuchado en sus pasillos las palabras performance, instalación o video, en relación con la práctica del arte.
Esto explica de alguna manera que Priscilla Monge se iniciara pintando, actividad que prácticamente ha dejado de lado a partir de estos primeros esfuerzos. No obstante, sus primeras pinturas contenían el germen de una propuesta conceptual, en su manera de abordar los temas de la identidad sexual a través de referencias relacionadas con el deporte.
La aparición de la Galería Jacob Karpio en San José, sin duda la influenció también de manera significativa. Karpio trajo a Costa Rica muestras de creadores como Guillermo Kuitka, Fabián Marcaccio, Arturo Duclós y Bill Albertini. Las inauguraciones de las muestras incluían banquetes interminables en los que nos enfrascábamos con los creadores invitados en larguísimas y muy fructíferas disertaciones acerca de lo que significaba ser un artista visual latinoamericano, por ejemplo, o en analizar y desmenuzar las obras de otros creadores que nos interesaban, como el brasileño Hélio Oiticica o el chileno Eugenio Dittborn. A partir de estas pláticas, Monge descubre la obra conceptual de Luis Camnitzer, que tiene un impacto importante y duradero en su trabajo.
Tras su paso fugaz por la pintura, Monge continúa utilizando el formato bidimensional, pero comienza a utilizar textos por primera vez en sus creaciones. Expresa su preocupación por cuestiones de género introduciendo en la solución formal de sus obras una serie de alusiones a oficios y maneras (el bordado, por ejemplo) que todos identificamos con lo “femenino”. En una de sus primeras series, Las sentencias, se refiere a viejos castigos de la era colonial y post-colonial, que se aplicaban a las mujeres que desobedecían determinados preceptos de conducta. Las sentencias marcan claramente el fin de una primera etapa de expresiones más tradicionales, e insinúa un camino más a tono con el arte conceptual ligado a las palabras y los textos.
En 1994 Priscilla Monge se va a vivir a Bélgica, donde se relaciona con el artista Wim Delvoye. Este va a resultar una influencia esencial en el desarrollo de su trabajo, pues Delvoye fundamenta su trabajo en la re-interpretación, el humor -y no pocas veces- en la utilización de la palabra escrita en sus obras. Fundamentalmente, Delvoye va a incidir en ella en su manera de desarrollar su trabajo, desde el planeamiento y la ejecución, hasta en la disciplina diaria de anotar ideas, de llevar cuadernos de artista en los que se hacen anotaciones y bocetos para obras futuras. Muchas de las ideas que la artista desarrollará en la siguiente década, provienen de los cuatro años que vivió en Bélgica.
En esta época, Priscilla se interesa en explorar la tercera dimensión, a través de una serie de objetos que re-semantiza. Para ello deja que salga a flote un tema que también le inquieta especialmente: el de la violencia, velada o abierta, de género o estructural. De este período data Cállese y cante, que presenta en la VI Bienal de la Habana, en 1997. Utilizando elementos tan dispares como cajitas de música y cascos protectores para boxeadores, Monge logra afinar su discurso hasta lograr una síntesis en que la fragilidad y la brutalidad aparecen terrible y fatalmente amalgamadas, como si una no pudiera existir sin la otra. Es en esta obra en la que primeramente podemos reconocer uno de los ejes estilísticos más característicos de la obra de esta artista: el de la dualidad. Una dualidad ligada a la paradoja de la contradicción y que la artista va a explorar posteriormente de muchas maneras.
En algunas ocasiones se ha querido interpretar la obra de Monge como ambigua. Pienso que más bien se trata de una obra en la que la anfibología expresa de manera más clara sus verdaderas intenciones: la anfibología sugiere siempre dos o más interpretaciones y siempre es ambigua. En cambio, lo ambiguo no puede ser anfibológico, pues está más referido al equívoco o la imprecisión que al doble sentido.
Pensum es el título de una obra que la artista realiza en 1998 y que presenta en el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo de San José. Se trata de una obra emblemática en la que utilizando varios pizarrones iluminados dramáticamente, la artista retoma el conocido castigo disciplinario de escribir ad nauseam una oración admonitoria, como por ejemplo: “No debo acostarme con curadores”. Las pizarras también evidencian manchones y tachones, símbolos inequívocos de rebeldía y fastidio.
A partir de una serie de micro relatos y con la ayuda de Karla Ramírez, quién la insta a convertirlos en videos, Priscilla se inicia en el video-arte. Destaca de esta producción el corto Lecciones de maquillaje: un maquillador profesional explica con calma los pasos que se deben seguir para maquillar a una mujer. La modelo se deja maquillar pasivamente sentada y cuando la cámara por fin enfoca su rostro, notamos con sorpresa y horror que luce como si le hubiesen dado una paliza tremenda, llena de moretones y golpes. Hacia el año 2000, luego de incursionar en el campo del video y de cierta forma como extensión lógica de su interés en éste, la fotografía atrae la atención de la artista. Se inicia en esta disciplina con fotografías de gran formato en las que los textos, que aparecen como sopas de letras o esgrafiados sobre tazas de café, ironizan sobre el tema del arte: “el arte es cosa de vida o muerte”.
Desde entonces, la fotografía ha sido su medio de expresión. En sus más recientes creaciones aparecen maniquíes femeninos que la artista ha maquillado de manera torpe, y en los que el colorete o el rimmel se han corrido hasta el punto de caricaturizar estas figuras. Actualmente, sus obras son exhibidas junto a las de artistas de la talla de Andy Warhol, Joseph Beuys, Sigmar Polke, Hélio Oiticica, Luis Camnitzer, y Victor Grippo, entre otros grandes artistas, en la exposición “Face to Face” (Cara a cara), que por primera vez reúne en una sola muestra a las dos Colecciones Daros.
Priscilla Monge se ha convertido en un referente indiscutible para las nuevas generaciones de artistas en Centroamérica y el resto del continente americano. Una artista cuya “pizarra” personal pareciera decir: “no puedo dejar de decir cosas”.
Perfil :
Priscilla Monge (1968) nace en San José, Costa Rica. Egresa de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Costa Rica en 1991. El mismo año se radica en Bruselas, Bélgica, donde vive y trabaja durante cuatro años, regresando a Costa Rica en 1995. Allí realiza su primera individual en Jacob Karpio Galería. Desde entonces, ha realizado más de 15 exposiciones individuales en Costa Rica, Brasil, Grecia, Bélgica, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Perú, España y Estados Unidos.
Ha participado en infinidad de exposiciones colectivas. Entre las más recientes: Puntos de Vista. Zeitgenössische Kunst aus Latinamerika. Daros-Latinamerica Collection, Museum Bochum, bochum; The Hours: Visual Arts of Contemporary Latinamerica, Sydney, Australia (2007); The Food Show/ The Hungry Eye, Chelsea Art Museum; En Las Fronteras, Museo d ́arte Contemporaneo di Villa Croce, Genova, Italia; Bienal del Ayuntamiento de Alcorcón, Madrid, España; 4th. Liverpool Biennial, European Capital of Culture 2008, Liverpool, UK; Ecos y Contrastes, Museo de Arte y Diseño Contemporaneo, San Jose, Costa Rica (2006); La Costilla Maldita, Centro Atlantico de Arte Moderno de Las Palmas, Gran Canaria, España; Cárcel de Amor, Centro Cultural de España, Uruguay (2005); EV+A Biennial, Limerick, Ireland; Universal Strangers, Borusam Center for the Arts, Istambul, Turkey; Prince Claus Foundation Project, Siria (2003); Políticas de la Diferencia, Exposición itinerante organizada por la Conselleria de Museos de Valencia, España, en el Centro de Convenciones de Pernambuco, Recife y en el MALBA, Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, Argentina (2001/03); Who is talking? Kunsthallen Brandts klaederfabrik, Copenhague; Paradox and Coexistence, Centro Cultural BID, Washington DC; III Bienal Iberoamericana de Lima ; Galeria Latinoamericana de la Casa de Las Américas. Madrid, España; Squared Circle: Boxing in Contemporary Art, Walker Art Center. Minneapolis, USA (2001); 49 Biennale di Venezia, Plateau of mankind/Platea de la Humanidad, Venecia, Italia; Transsexual Express. Centro de Arte de Santa Mónica, Barcelona, España (2000). Su trabajo está representado en importantes colecciones públicas y privadas.