Proyecto Juárez
Matadero Centro de Creación Contemporánea, Madrid
La triste fama que persigue a Ciudad Juárez en los últimos tiempos, marcada por una realidad sociológica y económica que, aun siendo peculiar de esta ciudad, puede contemplarse en otros grandes núcleos urbanísticos mexicanos de la frontera con Estados Unidos, está presente a diario en las páginas de periódicos y ocupando minutos en los noticiarios de todo el mundo. Si en décadas pasadas Tijuana o Nuevo Laredo eran nombres en boca de los periodistas e informadores, la Santa Teresa que Roberto Bolaño describía con pulso firme en 2666, aquella que se ha convertido en el patio trasero de la industria estadounidense y donde el paisaje de las calles rezuma tragedia y muerte, es ahora la protagonista. La guerra contra el narcotráfico, la ineficacia y la desgana de la policía en la resolución de lo que la académica mexicana Marcela Lagarde denominó “feminicidios” son tratados desde infinidad de puntos, como objetos de estudio, como fuentes de información o como elementos a denunciar de todas las formas posibles.
Proyecto Juárez parte, parcialmente, de la idea de examinar y reflexionar, desde los elementos fundamentales de esta realidad, el mundo que se abre ante los ojos de quien habita esta ciudad. Dos puntos vitales –el asesinato masivo y continuo de mujeres, y el laboratorio del modelo neoliberal y el control de poderes en el que se ha convertido este núcleo urbano- son el lugar de partida para que varios artistas invitados, en su mayoría mexicanos, trabajasen e investigasen sobre estos fenómenos. Un total de once obras, resultado de estas estancias, se exhiben en Madrid para crear un mapa de denuncia y de experimentación artística, con más o menos activismo o empatía, pero siempre desde un punto de vista crítico, que da otra vuelta de tuerca a la infamia que se desprende de la comunidad transfronteriza más grande del mundo.
Carlos Amorales (México D.F., 1970) propone una identidad global del proyecto partiendo del concepto de telaraña y creando un fondo de prensa sobre el que se repite el logotipo creado para la ocasión y que remite a una cruz o a una placa policial. Gustavo Artigas (México D.F., 1970) presenta en Censo testimonios elaborados en varios de los barrios más deprimidos de la ciudad. El objetivo de esta acción era mostrar las aspiraciones y la realidad de varios grupos de residentes de esas zonas. Antonio de la Rosa (Madrid, España, 1970) se sometió a una operación de implante de mama para, de esta forma, indagar –con la confrontación de los géneros y sus repetidas visitas a la ciudad- en el origen de la violencia machista. Tras no encontrar datos relevantes, muestra las cicatrices de su operación como documentación de la acción. También se aportan testimonios de la acción que Santiago Sierra (Madrid, España, 1966) desarrolló en 2006 a unos cuantos metros de la frontera, donde excavó la palabra “sumisión” para, posteriormente, incendiar las letras y filmarlas desde el aire, aunque las autoridades no autorizaron el prendimiento, dejando incompleta la acción.
De las propuestas con relación directa con los crímenes de Ciudad Juárez, destaca la obra de Artemio (México D.F., 1976): Sin título (retrato de mujeres en Juárez) consistió en excavar un hueco en la tierra de un volumen que, traducido al peso, fuera equivalente al peso total de los cuerpos de mujeres encontrados. Posteriormente, la tierra -que se muestra en el centro de la sala- fue transportada hasta la capital. Sobre los asesinatos no resueltos de mujeres cuyos cuerpos se encontraron en Campo Algodonero, el grupo español Democracia propuso una pegada de carteles por la ciudad con los lemas “Estado asesino” y “Libertad para los muertos”. Enrique Ježik (Córdoba, Argentina, 1961) homenajea a las víctimas con una versión de la obra de Robert Smithson Asphalt Rundown, en las que el asfalto desprendido de un camión es sustituido por restos orgánicos.
La temática socioeconómica fue el punto de partida para Yoshua Okón (México D.F., 1970), quien descifra el papel fundamental de la risa en la industria televisiva y del entretenimiento, creando una maquiladora que produce risas enlatadas con la que materializa la relación del trabajo, la sumisión económica, los beneficios y la productividad. Artur Zmijewski (Varsovia, Polonia, 1966) filmó durante 24 horas la vida diaria de una inmigrante trabajadora, mientras que Ramón Mateos (Madrid, España, 1968) presenta una videoinstalación sobre la acción que realizó en el mismo límite fronterizo –un coro de voluntarios entona “Se me olvidó otra vez”, de Juan Gabriel- con la que pretende incidir en lo físico de estas divisiones. Iván Edeza (México D.F., 1967) habla sobre la demolición de espacios de identidad de la ciudad de cara a obtener una regeneración urbanística y propone una campaña publicitaria con estilos similares a la de los carteles de desaparecidos.