REPENSANDO LATINOAMÉRICA: EL PROGRAMA DE BECAS Y COMISIONES DE CIFO
Por su constitución demográfica, Miami es referencia obligada para la cultura y el arte latinoamericano y caribeño. Es también espejo de las relaciones sociales y políticas de aquellos países que, a través de diversas diásporas, incluyendo la de los artistas, extienden en esta ciudad otros espacios de diálogo y reflexión. Diversas plataformas, desde medios de difusión masiva hasta programas académicos universitarios, hacen eco de las voces locales con un enfoque más amplio e internacional. Cisneros Fontanals Foundation (CIFO) se destaca en este sentido, no sólo por su excelente colección de arte latinoamericano moderno y contemporáneo, sino por su perseverancia en facilitar su difusión y conocimiento a escala global.
En 2017, CIFO celebró su decimoquinto aniversario. Su Programa de Becas y Comisiones 2017 culminó con una exposición que reunió a los nueve premiados en las categorías de Artista Emergente, Artista a Mediana Carrera y Premio a la Trayectoria Artística. La misma ha estado acompañada de varias presentaciones públicas, incluyendo el lanzamiento de un catálogo que compila más de doscientas piezas exhibidas a lo largo de este período. El título de la exposición era No black / No white (no and) –Nada negro / nada blanco (ningún y). Los curadores Eugenio Valdés Figueroa y Ana Clara Silva citaron al compositor John Cage y particularmente a su reacción ante la serie Pinturas Blancas (1951), del artista plástico Robert Rauschenberg. Esta propuesta curatorial se alejó de las categorías binarias tradicionales, para ahondar en la complejidad de las realidades del mundo actual. El comunicado de prensa declaraba: “Como nunca antes, resulta fundamental considerar el impacto de los factores económicos y geopolíticos y su repercusión en la producción intelectual latinoamericana para comprender mejor el tipo de arte que se desarrolla allí hoy y su lugar en el mercado a nivel global.”
Como nunca antes, resulta fundamental considerar el impacto de los factores económicos y geopolíticos y su repercusión en la producción intelectual latinoamericana.
El artista mexicano-americano Daniel Joseph Martínez, a quien se otorgó el Premio a la Trayectoria Artística, exhibe una docena de trabajos que ahondan en estas preocupaciones. En su instalación Divine Violence (Divina violencia), 2007, insta a una revisión de lo que percibimos y legitimamos como violento. La pieza es un índice de nombres de organizaciones internacionales, desde religiosas y nacionalistas hasta terroristas, que utilizan diversas formas de violencia –ya sea física, económica o política– para diseminar su ideología. Los nombres, en letras negras sobre paneles dorados, homogeneizan estos disímiles grupos y hacen la pieza muy provocadora.
Richard Garet (Uruguay) y Fredy Alzate (Colombia) recibieron el Premio Artista a Mediana Carrera. La pieza que presentó Alzate, titulada Vacuus, es una escultura de elementos cilíndricos de resina, fibra de vidrio y pigmento mineral. Este artista representa espacios de vacío en el paisaje causados por explosivos en regiones mineras de Colombia. Las paredes irregulares de la obra son el resultado de impresiones tomadas en los muros afectados. Esta propuesta es una traducción estética de las relaciones de interdependencia entre política, economía y ecología en el mundo de hoy.
Los seis premios en la categoría Artista Emergente recayeron en creadores de diversa procedencia, que abordan múltiples prácticas poéticas y metodológicas: Ilich Castillo (Ecuador), el dúo Celia-Yunior (Cuba), Katherinne Fiedler (Perú), Alana Iturralde (Puerto Rico), Ulrik López (México/Puerto Rico) y Juan Osorno (Colombia). De alto nivel conceptual, sus propuestas van desde instalaciones de objetos encontrados y el uso de cerámica tradicional hasta fotografía y video. Colinas (2017), de Celia-Yunior, por ejemplo, se basa en la importancia que otorga la Revolución cubana a la educación como forma de propagar su ideología. Esta video-instalación explora las lagunas en los programas académicos de la Universidad de la Habana (conocida como “La Colina”) a través de los años. Frente a un muro semiderruido de bloques, una colina animada se va transformando en la medida en que disciplinas como la sociología o la psicología aparecen o desaparecen en la escuela.
Esta exposición fue uno de los pocos esfuerzos recientes por redefinir el discurso sobre el arte latinoamericano que, incluso desde la academia, sigue respondiendo a las preocupaciones de inicios del siglo XX. En un momento en que la región experimenta procesos políticos y económicos tan controversiales y el mundo de hoy ya no es el mismo, el enfoque de esta exhibición adquiere gran relevancia.