SINAPSIS, DE COTTY OXENFORD
Juzgar una expresión artística no es fácil. Se trata de juzgar la subjetividad de otro dentro de la sensibilidad de uno. Por ende, el texto no es más que una opinión de otra opinión. Y la lectura de este no es más que la multiplicación de ese proceso. Así es como deberían leer esta reseña, porque de eso se trata, en definitiva, Sinapsis, la exposición individual que se lleva a cabo en OdA Espacio de Arte (Buenos Aires, Argentina).
En primer lugar, la muestra se da de una manera poco usual. Al público lo hacen esperar. Cotty Oxenford, la artista nos explica –mientras esperamos- el largo recorrido que tuvo este proyecto. Todo empezó en la Universidad de Columbia, dice, donde estaba realizando un master en sociología. En aquella época, durante las noches tomaba clases de revelado y fotografía en la New School University. Obsesionada con la fotografía y las posibilidades que le acercaban el medio, de regreso en Buenos Aires Oxenford quiso explorar otros horizontes e inició una clínica de dibujo y pintura con Sofía Huidobro. Luego hizo fotografía en la Universidad Di Tella con Alberto Goldenstein y dibujo con Eduardo Stupía –curador de Sinapsis-, también en Ditella. Y en medio de todo aquello, aparecieron las plumas.
“Me obsesioné con las plumas”, explica la artista, “su levedad, su vuelo. ¡No me dejaban dormir!”.
Entonces, con un par de headphones y una consigna clara –“camínenla como quieran”-, como plumas sopladas por el viento entramos al espacio de la exposición.
El trabajo de Oxenford está divido en tres partes. La primera –ordenadas según mi recorrido-, consta de una serie de fotografías en diferentes tamaños que en conjunto crean una enorme constelación de plumas en movimiento. La segunda, un televisor que reproduce una serie de fotogramas de una pluma rosa cayendo. La tercera, la más íntima: en una especie de living, una serie de fotos intervenidas con frases, dibujos y reflexiones interpelan directamente a los espectadores. La última que leí allí fue una cita de Miguel Ángel Buonarroti: “Dime, oh Dios, si mis ojos, realmente, la fiel verdad de la belleza miran; o si es que la belleza está en mi mente, y mis ojos la ven doquier que giran”.
¿Por qué recordé esa y no otra? Supongo que porque Sinapsis es esa frase. Esa idea. Las obras de Oxenford son un registro de la belleza que su imaginario encontró a lo largo de todo aquel proceso. Y el arte, en su carácter más esencial se trata de ello: Herbert Read, en uno de sus libros escribe, parafraseando a Cézzane: “El artista, sea poeta o pintor o músico o alfarero, da forma concreta a sensaciones y percepciones; y lo que manifiesta en colores, en palabras, en sonidos, es precisamente esta forma” (Arte y alienación- Herbert Read. P.28).
Tal vez, la exposición no sea relevante en términos políticos o técnicos. Pero sí lo es desde la sinceridad que debe manifestar todo artista. En el contexto del esnobismo y la falsedad en el que navega un sector del arte contemporáneo, Sinapsis y sus plumas viajan en la dirección contraria. Envuelto en el cosmos que produce Oxenford, uno se encuentra con ella en lo más profundo. El único problema es cuando hay que salir caminando por la calle Paraná, en el orden de lo real ya no se está a gusto.