Sandra Gamarra: Rojo Indio
Galería Juana de Aizpuru, Madrid. Febrero 2018.
En su reciente exposición para la galería madrileña, Sandra Gamarra (Lima, Perú, 1972) vuelve a servirse del concepto de imposición del pensamiento occidental, canalizado a través de la apropiación de esa visión de cierto corte colonialista, incluso globalizador, en Latinoamérica. No obstante, la exploración de la percepción y asimilación cultural son, en cierta forma, temáticas de estudio habituales en su trayectoria. Para la ocasión, el espacio juega un papel fundamental para la comprensión de la propuesta. Ésta, aunque conformada por varias piezas, funciona como un único entorno en donde todo dialoga dentro del marco conceptual.
Para la ocasión, la artista peruana distribuye sus obras en dos salas diferenciadas, como si se tratase de las de un museo, en las que se disponen distintos objetos como colecciones. En una de ellas se muestran retratos, bodegones y paisajes, pinturas todas ellas que reducen con sus motivos la idiosincrasia de las personas y su entorno para mostrarlas como meros objetos. En la sala adyacente, se pueden encontrar plasmadas sobre metacrilatos distintas representaciones de cerámicas precolombinas de colecciones españolas. Detrás de cada imagen aparece una palabra relacionada con los conceptos “rojo” e “indio”, vocablos desde los que Gamarra parte para provocar, a través de una crítica semántica, una reacción en el visitante que pronto descubrirá la conexión de esos elementos con la manipulación léxica de la realidad.
Las cerámicas han sido desposeídas de su funcionalidad y las pinturas cuentan realidades ficticias, convirtiéndose en armas narrativas de imposición y colonización generalmente aceptadas con el último significado de la organización al servicio de lo establecido. Las gentes de los colectivos al margen de la cultura occidental predominante no son rojos, ni mucho menos indios, pero la definición socialmente acordada de estos términos no solo los marca, sino que los simboliza como campesinos, serranos, comunistas, incultos. Estos objetos, aparentemente neutrales, pretenden así mostrar esa verdad e interpretación única en la que la interacción de las culturas distintas a la impuesta no es bienvenida.