Teresa Margolles
Centro de Arte Dos de Mayo, Móstoles
La realidad como el contexto inalterable en el que se desarrollan las acciones y cómo esas mismas actividades inciden en la vida diaria son el punto de partida en las investigaciones que Teresa Margolles (Culiacán, México, 1963) lleva realizando desde hace años.
Este lenguaje relacional bidireccional, con la existencia en un punto y la materialidad en el otro y en cuyo desarrollo se sitúan los conceptos socioeconómicos que determinan un entorno, proporciona un campo idóneo en el que la artista desarrolla sus indagaciones sobre la violencia tan presente en la sociedad mexicana.
Siempre ha existido en la obra de Margolles esa vertiente documental que favorece una interpretación del espacio y momento del que son objeto sus estudios. Centrada en Ciudad Juárez, a la que tantas veces han vuelto los ojos artistas y literatos por su trágica peculiaridad, El testigo se convierte en un recorrido por sucesivos espacios del museo, contenedores de obras que van delimitando el contexto político, laboral y social sobre el que Margolles indaga y que destapa la necesidad de crear nuevas relaciones para potenciar el renacimiento de una sociedad del cambio. Este itinerario comienza con PM 2010 (2012), donde todas las portadas editadas por el diario sensacionalista PM durante ese año cubren las tres paredes de la sala inicial, proporcionando una visión de cadáveres, asesinatos, prostitución y desnudos compartiendo el mismo espacio con la característica común de que todos tienen el cuerpo como sujeto final de la acción, activa o pasiva. Sonidos de la muerte (2008) nos conduce a través de un túnel en el que impera la tenebrosidad y en el que se reproducen sonidos captados en escenas de crimen, para desembocar en Esta finca no será demolida (2011), una colección de treinta fotografías en color de edificios vacíos que atestiguan el abandono de la ciudad generado por la violencia. Quienes huyen son habitantes que experimentan sensaciones frustrantes, como los que se recogen en En torno a la pérdida (2009-2013), un video que acompaña a la que es la pieza central de la exposición y sobre la que, en cierta manera, giran el resto de obras: La promesa (2012). Presentada por primera vez en México, y reproducida para la ocasión en la última estancia, esta instalación –reflexión sobre los objetivos truncados y perspectivas de futuro incumplidas- está realizada con fragmentos y escombros de una casa de Ciudad Juárez cuyos propietarios tuvieron que venderla en plena oleada de violencia. Durante la duración de la exposición, varios voluntarios irán destruyendo el bloque inicial para cubrir con los fragmentos desprendidos la sala en su totalidad. El testigo (2013), una fotografía en la que un árbol se yergue como único testimonio de todo lo que acontece alrededor, despide al visitante, provocando la reflexión sobre las vivencias como la única realidad subjetiva de un momento y lugar específico que, en cierta forma, la oficialidad recoge de forma distinta.