Theo Craveiro

Mendes Wood, Sao Paulo

Por Teodoro Ferrer | octubre 31, 2012

En la oscuridad, Theo Craveiro nada hacia una orilla lejana. Es de noche, y lo único visible en la distancia son tenues puntos de luz que parpadean a lo largo de un frágil horizonte.

Theo Craveiro

Su nuevo video, junto con algunos otros que también se incluyen en su primera muestra individual en la Galería Mendes Wood, tiene que ver con andar el sendero de lo desconocido, exponiendo a una matriz plástica, a la mecánica de caminos estéticos ya probados a los caprichos del destino.

Cuando encerró a una colonia de hormigas dentro de los patrones geométrico de obras de Hélio Oiticica o Waldemar Cordeiro, infundió un contenido orgánico a una estrategia visual clara y más bien cerebral, como queriendo demostrar que nada escapa a la vida y a sus condiciones imprecisas. Su espejo con luces que se encienden y se transforman en vidrio transparente, revelando una cantidad de naranjas en descomposición, es otro recordatorio de la naturaleza efímera de la belleza, la fragilidad del presente y la crueldad del tiempo.

Ahora Craveiro se ocupa de los aspectos mundanos de la vida y realiza proezas carentes de propósito en la búsqueda de nuevos límites, de orillas jamás holladas. Su travesía a nado rumbo a la ciudad es filmada por un mecanismo que ideó, una amplia horqueta que se desliza por el agua sosteniendo una cámara. La arrastra con la tracción de sus músculos, desapareciendo en el agua y saliendo a la superficie de vez en cuando mientras sigue una ruta poco clara.

Una planta de mariguana crece dentro de un escaparate abierto, un marco negro dentro de la galería que desafía los límites entre lo legal y lo ilegal, un organismo viviente sujeto a a las costumbres y las convenciones de la sociedad. Así y todo respira y crece, ostantando un increíble verde. También construyó uan caja de vidrio conteniendo una bomba de agua, un geyser artificial que lanzaba un borbotón de agua a toda velocidad contra los lados del cubo transparente a intervalos determinados.

Aquí Craveiro estiraba la piel del arte. En lugar de de crear piezas que ilustraran una condición, que respondieran al mundo exterior, aplicaba el vocabulario de la iniciativa artística a ese mismo mundo, la vida atrapada en una caja, creciendo contenida en un marco y perdida en el mar.