UN CRUCE DE PAISAJES XXL: 15º BIENAL DE LYON

Por Patricia Avena Navarro | noviembre 01, 2019

La 15º Bienal de Arte Contemporáneo de Lyon cambia de rumbo y su traslado es la señal más evidente. Abandonando La Sucrière, donde se llevaron a cabo una docena de ediciones, la Bienal se instala antigua fábrica Fagor-Brandt: 29,000 m² de páramo industrial. Desocupado, el sitio conserva aún todo el bagaje de un pasado industrial espinoso.

 

UN CRUCE DE PAISAJES XXL: 15º BIENAL DE LYON

Haciéndose eco de la geografía de Lyon la 15º Bienal se titula Là où les eaux se mêlent, nombre tomado de un poema del escritor norteamericano Raymond Carver. Una declaración de amor a ríos y arroyos en la que el movimiento del agua es inseparable del flujo de las riquezas, mercancías, información y personas que caracterizan el paisaje de nuestro tiempo. Concebida como un ecosistema en el cruce de paisajes biológicos, económicos y cosmogónicos, reúne obras que reflejan arreglos fluctuantes y a veces precarios con nuestros humanos y no humanos contemporáneos, vivos y no vivos. Específicamente, dibujan narrativas con perspectivas, geografías y temporalidades plurales, y delinean un "enredo de trayectorias entrelazadas" que, en palabras del antropólogo Tim Ingold, constituyen "la textura del mundo".

La Bienal intenta responder al escenario universal de la desindustrialización con una producción artística in situ. Los rieles y las poleas cruzan el espacio, los cables se retuercen como nudos de víboras, los suelos rezuman y los techos se oxidan. Los paneles de señalización dan testimonio del pasado del lugar, y las paredes cubiertas de graffiti ilustran su reciente abandono. Desde sus primeros pasos en estos espacios abandonados por los trabajadores y las máquinas, los 55 artistas invitados a explorar los pasillos desiertos, han comprendido su potencial transportados por el espíritu del lugar.Viniendo de Bangkok, Buenos Aires, Nueva York, Johannesburgo, Ciudad de México, Moscú o Roma, pero también de París o Lyon, los artistas fueron convidados a diseñar obras teniendo en cuenta la historia y la arquitectura de los emplazamientos.

La Bienal se extiende también a otros espacios de Lyon y su región como el IAC de Villeurbanne, dedicado a la joven creación francesa e internacional ― presenta Randolpho Lamonier (Brasil), artista que asume una mirada subjetiva y documental sobre la vida sexual, de protesta, nocturna y política de sus suburbios nativos y las principales metrópolis brasileñas―; el convento de La Tourette, que invita cada año un artista contemporáneo a tomar posesión de los espacios construidos por Le Corbusier ― presenta Anselm Kiefer―; y la Fundación Bullukian.

Tomando posesión tanto del suelo como de los sótanos del sitio y sus paredes, el paisaje sedimentado de la Bienal está construido por superposición y sobrecarga de imágenes, porosidad y enredos. Un vasto ecosistema que se impone naturalmente al visitante a medida que avanza este sitio industrial que encarna, por sí mismo, la violencia de los cambios económicos. Propone un paisaje en transición al que los artistas, particularmente sensibles a los impactos sociales de estas transformaciones, están ansiosos por responder. Si los artistas adoptan temas contemporáneos relacionados con estas transformaciones sociales, también es la experiencia política de una mezcla de temporalidades y geografías lo que toma forma en el recorrido de manera transversal. Es el caso de las máquinas robóticas de Fernando Palma Rodríguez (Mexico), inspiradas en la mitología prehispánica, y los centauros ideados por Nico Vascellari (Italia), que luchan contra la supremacía en la jungla del mercado automovilístico. Felipe Arturo (Colombia) cuestiona la cadena de producción y consumo de la industria del café; Chou Yu-Cheng (Taiwan) explora la monetización del tiempo y el lugar del ser humano en la cadena de servicios. 

    

  

   

El equipo curatorial invitado del Palais de Tokyo eligió constituir un "paisaje" en el que el visitante tiene que moverse, descubrir, observar, escuchar, interactuar, sentir y vivir una experiencia con artistas que intervienen en un espectro que abarca desde los microorganismos a la biosfera. Juntos, imaginaron esta Bienal como un viaje físico, visual o espiritual al que se invita al espectador, totalmente perdido en esa vasta superficie a participar. A veces el caos puede causar experiencias excepcionales.