CIRCA: Epicentro Caribeño Para el Arte Contemporaeno

Por Adriana Herrera

El fenómeno de las grandes ferias de arte que en la década pasada cambió las reglas de juego del mercado, y dio un protagonismo inusual a los coleccionistas, incide en el surgimiento de Circa International Art Fair, en San Juan de Puerto Rico. Pero es la capacidad de sus organizadores de comprender el papel de las ferias en los centros no hegemónicos lo que podría convertirla en epicentro caribeño del mercado contemporáneo.

CIRCA

En su quinta edición, CIRCA inició una alianza con Art Beijing -Platform China Contemporary, Main Trend Gallery y PIFO New Art Gallery fueron exhibidores-; y fortaleció sus “CIRCA Labs”, una zona experimental con pasadizos de conexión entre las diversas artes.

Lejos de la usual aspiración a expandirse, la feria se redujo a 40 exhibidores. Una decisión que responde a la visión de las pequeñas ferias en lugares periféricos -en términos de la hegemonía que privilegia a Norteamérica y Europa-, pueden convertirse en nuevos dinamizadores del arte contemporáneo. Pero en un entorno íntimo hubo espacio para obras de cuatro continentes; la posibilidad de un contacto directo con nuevos talentos locales en los solo shows, y de ver de cerca la producción de emergentes que ya han traspasado fronteras como Sofía Maldonado o Melvin Martínez; además de los artistas de larga trayectoria como Arnaldo Roche Rabel, Rafael Trelles o Antonio Martorell. Un aspecto central fue la visión de la vanguardia que emerge en Latinoamérica y que ensancha la globalización del arte latinoamericano.

El paisaje abierto de Circa

Este año, gracias a la visión de Pablo Blow de la Barra, los Circa Labs funcionaron como un observatorio de novísimas galerías generadoras de las prácticas menos convencionales del arte contemporáneo en Latinoamérica.

En torno a la ficción de estar “a cielo abierto” -gracias a una atmósfera de jardines tropicales (obra de Radanés “Juni” Figueroa) y a la pieza que Chemi Rosado expuso - 56 días a la lluvia- se instalaron los contenedores donde estas galerías clave exhibieron sus proyectos. La galería peruana Revólver (Lima), cofundada por el artista Giancarlos Scaglia, que sabe que hay que trascender el espacio físico de la galería y crear una red articulada al mundo no mostró a los artistas que representa como José Veramatos y Juan Salas, sino trajo la instalación Coyoterías, una reinterpretación del mexicano Yoshua Okun del legendario performance de Joseph Beuys, que incluye un “coyote” humano (un “guía” pago para pasar la frontera). Preteen Gallery, la galería internacional que Gerardo Contreras armó desde Hermosillo, México, navegando en Internet, mostró algunos de los artistas participantes en Younger than Jesus, del New Museum de Nueva York, como Bea Fremderman. Y, además de Proyectos Monclova, también de México (con las esculturas de José León Cerillo que atravesaban de un lado a otro el contenedor) participaron Diablo Rosso, de Panamá, que trajo videos de Johnathan Harker y pinturas de Cisco Merel, reflejo del caótico frenesí urbanizador, o a Raquel Cochez, que enfrenta su propia obesidad con el arte.

Proyectos Ultravioleta “una plataforma multidimensional de diálogo estético” basada en Guatemala, reprodujo el esquema de la piratería para vender videoarte con cd´s reproducidos. Entre los espacios de “solos” fueron claves los electrodomésticos que Jorge Díaz replicó en materiales como plástico o cerámica y encadenó, duplicando los mecanismos contra la inseguridad en la isla. Corográfico está conformado por un grupo de “grafiteros” urbanos boricuas –Smoke, Esco, Rimx y otros- que han hecho viajar las imágenes en las paredes de San Juan hasta Tokyo. Roberto Nieves, uno de los fundadores y director de CIRCA se encargó de invitar, junto con estos y otros artistas boricuas que tampoco están representados por galerías como Marcial Feliciano Ramos, Roberto Márquez Jorge y Omar Velázquez, al joven colombiano Alex Rodríguez que instaló una reapropiación de una imagen de Tom Vanderbilt, autor del libro Traffic sobre el caos urbano.

Un proyecto punzante: la instalación del colombiano Carlos blanco con globos blancos flotantes destinados a un suelo de púas. En los stands de la feria se apreciaron obras de artistas colombianos clave como las esculturas sonoras y asistidas de Icaro Zohar, obras de la serie Laconia de Johanna Calle sobre la censura, y los objetos para-funcionales de Gabriel Sierra. Otro colombiano interesante es Joel Grossman, quien se apropia –digitalmente- de la historia del arte y la transporta a un nuevo medio y a la mirada “masajeada” por el espacio cibernético. Como dice el curador Adriano Pedrosa el arte de ese país tiene un potencial notable, así como la Argentina de hoy. Mauro Giaconni, Pablo Accinelli, Tomás Espina son ejemplos de ello. Las apropiaciones son un filón inagotable: el español Pedro Barbeito imagina lo que maestros como Picasso o Matisse harían con un computador… y lo hace. La fotografía sigue reafirmando su poderío: prueba de ello son las obras de Nicola Costantino, y Luis Barba, o de Christian Schoeler, y Charwel Tsai. Prueba de que la pintura no muere sino extiende sus narrativas, reencarna en materiales volumétricos o se mezcla con el video son las piezas de Fabian Marcaccio y Rolando Cladera, así como la muestra paralela curada por Paco Barragán ¡ Cuando una pintura se mueve…algo debe estar podrido! en el Museum of Art of Puerto Rico, donde también estaba el show del cubano José Bedia. El arte conceptual también se reinventa. Grimanesa Amoros presentó obras sobre la perversidad de la obsesión por las cirugías y Morten Viskum lleva el juego de interrogación sobre el arte a la idea de pintar “con una mano muerta”.