El Fin de la Historia y el Retorno de la Pintura Histórica en el MMKA de Holanda
El curador Paco Barragán presenta the exhibition End of History… and the Return of History Painting en el Museum voor Moderne Kunst Arnhem (MMKA) en Arnhem, Holanda, con la participación de artistas de diferentes lugares del mundo incluyendo una interesante selección de emergentes latinoamericanos: Miguel Aguirre (Perú), Pablo Alonso (España/Alemania), Matthias Köster (Alemania-Germany), Ignacio Goitia (España), Ronald Ophuis (Holanda), Pedro Barbeito (Estados Unidos),Tomás Espina (Argentina), Maryam Najd (Irán/Bélgica), Nicola Verlato (Italia), Trevor Guthrie (Canadá), Simeón Saiz (España), Pascal Danz (Suiza), Gamaliel Rodríguez (Puerto Rico), Carlos Salazar (Colombia), Sandra Gamarra (Perú), Iñaki Gracenea (España), and Judy Sirks (Noruega). Barragán presenta el concepto de la exhibición que se extenderá hasta el 8 de mayo, en los siguientes términos:
El fin de la historia…y el retorno de la pintura de historia referencia esa larga tradición teórica acerca de los “fines de la historia” a manos de pensadores como Hegel, Kojeve y Fukuyama. La tesis de Fukuyama, titulada precisamente “El fin de la historia” (1989), proclama el fin de toda evolución ideológica y el triunfo a escala global de la democracia liberal.
Partiendo de esa premisa esta exposición analiza el retorno de la pintura tanto como una consecuencia de un “zeitgeist” más conservador como una respuesta a eventoshistóricos como el 11 de septiembre. Dentro de este “retorno” de la pintura encontramos un grupo de artistas interesados en analizar de manera crítica la sociedad actual dando vida a una suerte de “pintura de historia”.
Las obras que conforman El fin de la historia…y el retorno de la pintura de historia reflexionan acerca de la relación entre la pintura y nuestro momento histórico al tiempo que investigan la relación de la pintura con la fotografía, el video y la televisión, medios que habitualmente usurparon su rol como documentalista de la historia.
Los fines de la historia
La teoría central del ensayo de Fukuyama[1] proclama que la humanidad ha alcanzado su punto final de su evolución ideológica con el triunfo de la democracia liberal. Tanto el fascismo, que desapareció con la Segunda Guerra Mundial, como el comunismo de la posguerra que se desvanecen con la caída del muro de Berlín, ceden como adversarios ante el capitalismo. El fin de la historia no supone el cese de todo cambio o conflicto, pero purgada la competencia del componente ideológico o militar, ésta se reducirá a asuntos económicos. Lo que, básicamente, viene a decir que, una vez derrotados el fascismo y el comunismo, la democracia liberal de Occidente surge como la forma final de gobierno humano que llevará el desarrollo histórico a su término.
El retorno de la pintura
Desde mediados de los 90 asistimos al retorno de la pintura, que ha coincidido con el auge del neoconservadurismo y el capitalismo liberal. “¿La pintura se ha vuelto urgente de nuevo? Se dice que el interés actual –escribe David Lillington[2]- es la consecuencia del 11 de septiembre. Al mundo del arte le ha entrado el pánico y acude a la forma de arte más segura, vendible y conservadora: la pintura. Tal vez sea verdad, tal vez no, pero sí es evidente que la pintura asiste en estos momentos a un pequeño resurgimiento.”
La historia siempre se repite, aunque con ligeros retoques. Ya Benjamin Buchloh[3] trazó ese –periódico retorno a la pintura de caballete y los valores tradicionales en la pintura de los 80 en la forma de “un nuevo clasicismo”.
El retorno de la (anti-)pintura de historia
Históricamente hablando, la pintura de historia fue desde sus orígenes uno de los géneros pictóricos más importantes. Los nobles, los monarcas y los reyes fueron desde siempre muy proclives a que los artistas plasmaran escenas de justas y batallas con pompa y ceremonia, y también la Iglesia acude a la pintura como herramienta de propaganda. Mas después de la manipulación y descrédito de la pintura de historia con el caminar de los siglos, es comprensible que este género haya desaparecido casi por completo.
Todo ello nos ha permitido asistir a una suerte de advenimiento de una “anti-pintura de historia” que ya no recrea composiciones melodramáticas e idealizadas al servicio de una conciencia nacional, una glorificación del pasado o ciertos héroes2[4], sino que ofrece un análisis crítico de acontecimientos recientes relevantes o sucesos históricos: desde la Guerra de los Balcanes, los ataques terroristas de Nueva York y Madrid, Guantánamo, Iraq, la guerrilla en Colombia, el fundamentalismo islámico cristiano, la guerra al terrorismo o las falacias del capitalismo neo-liberal.
La pintura y los medios masivos
La sociedad de la información y los mass-media ha traído consigo una ‘estetización’” difusa que mezcla de manera arbitraria imágenes políticas, bélicas con otras procedentes de la publicidad, el cine comercial y el entretenimiento. Sea mediante el uso de diferentes capas, aplicando colores pálidos o recurriendo al píxel, el tiempo es sometido a un proceso de ralentización. Junto a esta desaceleración y “fisicalidad” que tradicionalmente asociamos a este medio, la pintura atraviesa paradójicamente un proceso de “aceleración” por medio de su nueva y compleja relación con I-phones, escáners, Photoshop, facebook, satélites, cámaras digitales y programas 3 D.
Los artistas reunidos en El fin de la historia…y el retorno de la pintura de historia demuestran que la pintura como medio es capaz de ofrecer un lectura alternativa y crítica de la historia contemporánea al tiempo que se relaciona con el contexto tecnológico y mass-mediático actual.
[1] Fukuyama ha tomado la idea de Hegel del ‘presente escando del barbarismo’ y de las ‘formas espirituales exhaustas”, asi como las teorías económicas de Kojève in las cuales “guerras y revoluciones fueron las fuerzas propulsoras de la historia, y, como un último curso el que “el marcado y sus productos decidirán su fin”.
[2] Lillington, David Is schilderkunst weer urgent?, Metropolis M, 2003, nr. 2, p. 57-58
[3] Buchloh, Benjamin "Figures of Authority, Ciphers of Regression," reprinted from October 16 (Fall
1981), pages 39-68 and published as part of an essay collection titled Art After Modernism: Rethinking Representation, various authors, Brian Wallis (ed.) The New Museum of Contemporary Art, New York,1984, pages 107-137.
[4] En ocasiones encontramos visiones críticas y sugerentes contra el estado como opresor: como es el caso con El juramento de los Horacios (1784) de Jacques-Louis David, Los fusilamientos del 3 de mayo de Goya (1808) o La balsa de Medusa (1819) de Géricault.