UNA LÍNEA COMO ARMA: LOTTY ROSENFELD EN ALEMANIA

El espacio alemán expone la producción de la desafiante activista y artista chilena, marcada por el exilio, la supervivencia y la represión.

UNA LÍNEA COMO ARMA: LOTTY ROSENFELD EN ALEMANIA

Overbeck Gesellschaft presenta Lotty Rosenfeld: Esta línea es mi arma, la primera gran muestra retrospectiva de su obra en un contexto alemán. Curada por Paula Kommoss, reúne material de archivo, documentación performativa, instalaciones tempranas y obras inéditas, trazando la trayectoria de una vida vivida entre el desplazamiento y la rebeldía, entre el silencio y la señal.

 

Hija, exiliada, feminista, coreógrafa urbana, activista política y artista conceptual, Lotty Rosenfeld nació en Santiago de Chile en 1943, en el seno de una familia marcada por las experiencias de expulsión, supervivencia y resiliencia. Su padre, Ernst Rosenfeld, abandonó la Alemania nazi en 1935, formando parte de la primera ola de refugiados judíos que buscaban seguridad en América Latina. Sus abuelos, Rudolf y Charlotte Rosenfeld, propietarios del Hotel Rom en Breslau, huyeron a Siberia y más tarde emigraron a Chile tras la guerra. En el exilio, la familia Rosenfeld reconstruyó una vida —y un café— en Santiago, anclados en los recuerdos de su vida en Europa.

Criada a la sombra del trauma del Holocausto y en medio de las contradicciones del Chile de posguerra, Rosenfeld se convirtió en una artista que desafiaría no solo los sistemas políticos dominantes, sino también la gramática del espacio cotidiano. Su práctica emergió en el apogeo de la dictadura de Pinochet, cuando la protesta pública era castigada y la violencia estatal se había normalizado. En este contexto turbulento, Rosenfeld reclamó la calle como medio y como mensaje.

 

En 1978, Lotty Rosenfeld realizó una obra sin título basada en una fotografía histórica del Jonas Daniël Meijerplein en Ámsterdam, lugar donde, en febrero de 1941, ocurrieron las primeras detenciones masivas de judíos por parte de los nazis en Europa Occidental. Esa cargada fotografía en blanco y negro se convirtió en el sitio de una de las primeras intervenciones artísticas de Rosenfeld. En lugar de utilizar la imagen como un registro histórico estático, la sometió a una serie de alteraciones físicas: cortes, ediciones y perforaciones en la superficie.

 

Estas primeras manipulaciones marcan la aparición inicial de lo que más tarde sería su motivo más reconocible: la línea blanca. Aunque todavía contenida dentro del marco de una imagen de archivo, esta aparentemente simple incisión horizontal atraviesa las figuras y acciones capturadas en la fotografía. Interrumpe la lógica visual del control estatal —un gesto mínimo pero contundente impuesto sobre una escena de dominación—.

En 1979, Rosenfeld comenzó su serie más icónica, Una milla de cruces sobre el pavimento (A Mile of Crosses on the Pavement). Con cinta blanca y una plantilla portátil, transformó las líneas que regulan el tráfico en cruces, en signos de suma —símbolos de ruptura y de rechazo—. Ella llamó a esto “un acto simbólico de desobediencia”, uno que repetiría frente a distintos centros de poder a lo largo de su carrera, incluyendo el Desierto de Atacama, la Casa Blanca, la Bolsa de Comercio de Santiago, el Palacio Presidencial de La Moneda y la frontera entre Alemania del Este y del Oeste. Estas obras —efímeras y específicas de sitio— intervinieron precisamente en los lugares donde los cuerpos habían sido borrados y los sistemas de significado impuestos.

 

Ese mismo año, Rosenfeld cofundó el Colectivo Acciones de Arte (CADA), junto a poetas, sociólogos y artistas, con el objetivo de redefinir el arte como una forma de intervención social. Su estética era minimalista, pero su política era expansiva: para ella, el arte era un arma. Como solía estampar en el reverso de sus fotografías: “Esta línea es mi arma”.

 

Lotty Rosenfeld: Esta línea es mi arma estará abierta al público hasta el 24 de enero de 2026, en Overbeck Gesellschaft, Kunstverein Lübeck, Königsstrasse 11, Lübeck 23552 (Alemania).

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