Carmelo Arden Quin

Galería de las Misiones, José Ignacio (Uruguay)

Por Laura Feinsilber | abril 16, 2010

Al llegar en 1935 a Montevideo, Uruguay, Carmelo Arden Quin, nacido en 1913 en Rivera, asiste a las famosas conferencias de Joaquín Torres García en la Sociedad Teosófica del Uruguay y queda deslumbrado con sus enseñanzas que le permiten también entrar en conocimiento con las corrientes constructivas europeas. Pero a pesar de su admiración, nunca fue influenciado por la Escuela del Sur y el Abstracionismo Simbólico Americanista. Desde 1938 se integra al ambiente artístico y literario de Buenos Aires donde se radicó durante 10 años.

Coplanal Blanc e blue, 1945. Oil on wood, 13.7 x 10. bin./Óleo sobre tabla, 35 x 27 cm. Courtesy/Cortesía Galeria de las Misiones, Uruguay

Su nombre está muy ligado a “Arturo” (1944), publicación clave que desencadenó que el arte argentino funcionara coincidentemente con las vanguardias europeas y su principal propuesta era NO COPIAR, NO REPRODUCIR, INVENTAR.

No se pueden soslayar los nombres de Edgar Bayley, Rhod Rothfuss, Tomás Maldonado, Lidy Prati y Gyula Kosice, copartícipes de esta propuesta joven, de este nuevo soplo de aire fresco que cambió el arte argentino de la década del 40. Después de Arte Concreto-Invención, dos exposiciones fundamentales, del Manifiesto Invencionista, se formará el grupo integrado por Arden Quin, Kosice y Rothfuss que tomará el nombre de Arte Madí, vocablo que imitó al misterioso Dadá y que pronto se disolvería. Este capítulo de nuestra historia del arte es una suerte de saga de telenovela latinoamericana que aún hoy se discute con pasión juvenil por parte de varios de sus prota- gonistas que viven y siguen produciendo.

Esta breve presentación tiene por objeto destacar “Geometría en Mutación”, importante muestra con la que la Galería de las Misiones, en José Ignacio, Uruguay, rinde homenaje a Carmelo Arden Quin, que vive en París desde 1948. Las obras pertene- cen a varias décadas y exhiben las características de su queha- cer: el marco recortado, la irregularidad del soporte, la no representación ilusionista. Un montaje impecable, 19 obras que incluyen las formas “Coplanal blanc-bleu” (1945), dos planos geométricos unidos por un eje; Dualité y Taller (1947) ambas remiten a los ritmos de colores y las líneas negras torregarcianas, collages de los 50, las formas planas con volumen de los 50 , estructura que profundiza en los 70. Manuel Neves señala que las obras de 1980 y 1990 así como las actuales abordan experimentaciones con nuevos materiales y pinturas industriales, presentes en la exposición. Una muestra de gran refinamiento, de un artista singular cuyo interés primero fue la poesía y que en Europa se relacionó con figuras señeras, entre ellos, Theo van Doesburg y Max Bill.