David Lamelas: Con vida propia

Por Juan Cruz Pedroni | abril 04, 2018

Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA). Marzo - Mayo, 2018

David Lamelas: Con vida propia

La exposición retrospectiva de un artista que atravesó el conceptualismo histórico nos deja a veces la imagen de una colección de sitios enmudecidos, un repertorio de lugares vacantes. Esa vacancia que se explica y que recomienza con diferentes conjugaciones es nada menos que la de la obra de arte; es la obra -como categoría esencialista de la Estética moderna- la que asiste a lo largo de diferentes escenas a la explicación de su propia impugnación. En Con vida propia de David Lamelas (1964) el verbo desnaturalizar se declina a través de una veintena y media de obras y desprende en parte esa imagen de un catálogo de construcciones desmontadas, de idealizaciones en crisis. El programa que soporta estas operaciones pretende mostrar el hecho artístico como un acuerdo arbitrario, convencional, pero encara especialmente una crítica del lenguaje como representación y de las percepciones estabilizadas. Los temas clásicos del arte conceptual aparecen elaborados en este itinerario a través de una panoplia de instrumentos imaginativos.

Las posiciones de autor asumidas por Lamelas entre 1966 y 2010 –fechas extremas de las obras exhibidas- oscilan entre el analista de los medios y el propiciador de situaciones estéticas. Las piezas de los años sesenta y setenta acusan de manera más pronunciada una crítica a los medios de comunicación, en la que el paradigma estructuralista modela un cierto tono de denuncia. En las últimas, como Imprint of a Line o Buenos Aires no existe, Buenos Aires n’existe pas, la historicidad de los materiales o la singularidad de un territorio dejan permear el entorno cerrado del código con la presentación de lo contingente. Acaso el conjunto más temprano tenga un interés adicional, imprevisible en el momento de su producción, al ofrecer una involuntaria enciclopedia de época por la que desfilan una Marguerite Duras entrevistada por Raúl Escari o las teorías del joven Barthes transformadas en maquinaria de imaginación artística. La singularidad resignada por el estructuralismo retorna cifrada, para nuestra sensibilidad histórica, en el grano de una voz, o para decirlo con el Barthes de los años setenta, en un biografema.

Si por un efecto del programa artístico la exposición aparece como una galería de ídolos destruidos, por sus condiciones de realización presenta el efecto ilusorio de una sincronía en la que los anacronismos reales de las piezas se vislumbran, solamente, entre la filigrana de las cédulas. Las reposiciones y actualizaciones que vemos, fechadas en muchos casos en el 2018, ponen en escena proyectos que hasta el momento no habían podido ser ejecutados; es el caso del monumental Espacio modificado concebido en 1966 y que hasta la muestra de Malba solamente había existido en las dos dimensiones de un boceto. De ese modo, la muestra es también un paisaje de ideas separadas de sus condiciones efectivas de producción y circulación. El cuerpo de proyectos artísticos de Lamelas, con grandes zonas dedicadas a interrogar las condiciones de la documentación, tiene una historia archivística a su vez compleja. Las múltiples estaciones de ese itinerario relanzan una pregunta desafiante: cómo exponer una vida dentro del arte conceptual.