Esteban Lisa
Biblioteca Nacional de España, Madrid - Museo de Santa Cruz, Toledo
Con la inauguración de Esteban Lisa: Retornos, Toledo, 1895 / Buenos Aries, 1983, en la Biblioteca Nacional de España, se ha establecido un nuevo criterio de referencia.
La retrospectiva reunió 149 obras, comenzando con los primeros experimentos del artista con la abstracción realizados en óleo sobre cartón en un estilo inspirado en el cubismo entre 1930 y 1940. (Il. 1) Unas pocas obras más tempranas que datan de 1930 aún hacen referencia a la realidad empírica, como puede observarse en los paisajes, varios de ellos designados como tales por críticos que escribieron sobre el artista en forma póstuma. La mayor parte de las pinturas de su primera época no presenta referencias específicas a ningún escenario natural reconocible. Alrededor de 1935 y hasta 1940, Lisa comenzó a incorporar en sus obras colores más vivos, marcas gestuales y un sentido más acentuado del juego pictórico. (Il. 2) Resulta interesante observar que algunas de sus obras parecen indicar un acercamiento general a las composiciones abstractas de Robert Delauney.
La obra de Lisa comprendida entre 1940 y 1950 muestra un extraordinario salto formal de las anteriores formas geométricas superpuestas y de múltiples ángulos a una abstracción vibrante, pictórica y orgánica. (Il. 3) Desde 1940 hasta fines de 1952, Lisa tituló a sus obras Composiciones, y en 1953 se refirió a ellas como Juegos con líneas y colores. Con esas pinturas, Lisa alcanzó su mejor desempeño y lo mantuvo hasta que dejó de pintar en 1978, cuando su esposa enfermó. Cada obra en pequeño formato muestra líneas que se cruzan, se disparan y se superponen, imbuidas de un sentido de musicalidad y hasta de danza: uno tiene la impresión de que las líneas, los puntos, los toques de pincel, las formas irregulares y las chorreaduras de pintura emprenderán vuelo y se desplazarán más allá de los límites del borde del papel. (Il. 4) Algunas de estas obras pueden traer a la mente expresiones formales similares que encontramos en los pasteles sobre papel de Joan Mitchell de mediados de los años setenta.
Lisa no sólo evitó la morfología geométrica de los pintores pioneros argentinos vinculados con el Arte MADI, la Asociación Arte Concreto-Invención y el Perceptismo en las décadas de 1940 y 1950, sino que también desarrolló con determinación una práctica multifacética que puede caracterizarse como idiosincrática.
El artista pintaba a diario en la privacidad de su casa y eligió no exhibir su prolífica producción en vida (falleció en 1983). La pintura siguió siendo una pasión, una necesidad y un empeño propios de su mundo privado, que mantuvo apartado del mundo comercial – por reducido que éste fuese en Buenos Aires. Mientras se ganaba la vida como bibliotecario de tiempo completo en el Correo Central, impartió clases de arte nocturnas a jóvenes estudiantes y también enseñó arte a adultos en forma particular. Creó dos escuelas: la Escuela de Arte Moderno “Las Cuatro Dimensiones” en 1955 y el Instituto de Investigaciones de la Teoría de la Cosmovisión, en 1966.
Lisa se consagró al aprendizaje durante toda su vida y formó una biblioteca personal compuesta por miles de libros de humanidades (arte, historia del arte, danza, música y teatro), ciencia, pedagogía, matemática, astrología, ética, catolicismo, religiones orientales y no cristianas, psicología y filosofía.
Como artista, creía que la pintura y el dibujo eran actos creativos además de espirituales, que marcaban la propia esencia de la persona. Sostenía que la abstracción trasmitía sus puntos de vista sobre una cosmovisión. Como se menciona con frecuencia en las críticas, al igual que en una cita que se incluye en el espacio expositivo, Lisa expresaba: “En un espacio de 10 x 10 cm se puede introducir la totalidad del universo. No es su tamaño lo que hace al universo, no son las cosas de afuera sino el estado interno lo que hace la inmensidad de las cosas.” (Il. 5)
El montaje de la exposición en la Biblioteca Nacional de España fue realmente impactante debido a la envergadura y el detalle de la obra seleccionada, la forma impecable en que se colgaron los cuadros y el agrupamiento temático. La señalización brindó a los visitantes la información biográfica, teórica y contextual necesaria para comprender la variada práctica del artista. En vitrinas situadas estratégicamente se exhibieron catorce libros escritos por Lisa, catálogos de todas las exposiciones en las que participó, comenzando con la primera declaración de Martín Blazko en 1987, ensayos sobre su persona y obras sin enmarcar ejecutadas entre las décadas de 1930 y 1960. Algunas vitrinas presentaron excelentes ejemplos de obras de pequeña dimensión y sin enmarcar pertenecientes a las décadas de 1950 y 1960 que Lisa ejecutó una a continuación de la otra. El propósito era ejemplificar la cohesión serial, la dinámica interna del trabajo a medida que progresaba diariamente, como si el artista concibiera a estas obras como un diario de imágenes. (Il. 6) El montaje también incluía un video, actualmente en YouTube, en el cual cuatro de sus discípulos más cercanos (incluyendo a Isaac Zylberberg y Horacio Bestani, que constituyeron la Fundación Lisa), analizaron las ideas, la práctica y la filosofía pedagógica de su finado maestro.
El catálogo bilingüe de 294 páginas contiene cinco ensayos (entre ellos los de Stéfan Leclercq, Artur Ramon y Julia P. Herzberg,), ilustraciones de cada obra y una lista de obras que especifica su procedencia e incluye referencias críticas y el historial de las exposiciones. El ensayo del curador, Miguel Cereceda, brinda puntos de vista académicamente investigados sino también nueva información sobre los logros artísticos de Lisa, sus intereses filosóficos, sus actividades pedagógicas y sus contribuciones artísticas. Al tiempo que se basa en trabajos de investigación previos, Cereceda desafía una cantidad de elaboraciones cronológicas, premisas filosóficas y fuentes artísticas que han informado los estudios sobre Lisa a lo largo de los últimos dieciséis años. Una sección dedicada a datos biográficos dirigida por el historiador Julio Sánchez Gil arroja nueva luz sobre la vida personal y profesional de Lisa, que nació en 1895 en una pequeña localidad cercana a Toledo, España, y emigró a la edad de quince años a Buenos Aires, donde residió durante el resto de su vida. Sánchez llevó a cabo un trabajo de investigación minucioso en ambos países, examinando documentos para confirmar fechas, leyendo correspondencia familiar inédita y entrevistando gente para llegar a una mejor comprensión de la enigmática personalidad del artista. Su trabajo ha comenzado a llenar una laguna existente hasta el presente. El catálogo constituye una contribución importante para futuros investigadores, amantes del arte y coleccionistas.
A medida que la obra de este artista se conozca más, tanto en su país por adopción como fuera de él, ampliará los cánones del arte abstracto latinoamericano al promover la comprensión y el reconocimiento de un artista muy talentoso cuyas pinturas líricamente abstractas de fines de la década de 1940 a fines de la de 1960 han contribuido de forma significativa a las vertientes de creatividad artística en el Hemisferio Occidental.