IN MEMORIAN: La Legacia de Virginia Pérez Raton

| diciembre 31, 2010

La lección que dejó Virginia Pérez Ratón, la mujer que desde San José de Costa Rica ensanchó la dimensión y la proyección de las prácticas del arte contemporáneo en Centroamérica y el Caribe, fue la de alguien capaz de concebir nuevos sistemas de creación y relación con una visión que supuso rutas alternas para una colectividad entera.

 Virginia Pérez Raton

Dirigió la Fundación ARS TEOR/éTica en San José, Costa Rica, desde 1999, fecha en la cual la fundó junto con Rolando Castellón, Paulo Herkenhoff, Bruno Stagno, y Claude Tournon, como un proyecto independiente sin ánimo
de lucro, creado para “la exposición, investigación, conocimiento, difusión y promoción de la práctica artística regional de Centroamérica y el Caribe; para el establecimiento de vínculos con la escena internacional, y para la generación de un espacio de pensamiento crítico”.

Tras haber sido docente de literatura durante cerca de una década, dejó la facultad y se dedicó al arte, aunque a fines de los ochenta movida por la situación de los desplazados en las guerras que desgarraron Centroamérica- trabajó para la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados en Costa Rica. Tras especializarse en gráfica en París y Estrasburgo, empezó a estudiar y a ampliar la escena del arte contemporáneo mundial. En 2009 realizó la exposición Amansalva, de Federico Herrero (Costa Rica) y Pintadera, como homemaje póstumo a Gustavo Araujo (Panamá, 1965-2008).

Como directora del Museo de Arte y Diseño Contemporáneo de Costa Rica (1994-1998), organizó exhibiciones como la Mesótica Centroamericana que itineró en Europa entre 1997 y 1999. Creó la Junta Nacional de Curadores en 1994 y fue curadora regional para Centroamérica y Caribe para la 24a Bienal de San Pablo de 1998, con el proyecto “Centroamérica yelCaribe:unahistoriaenblancoynegro”.Ademásfueco fundadora, junto con Juan Ignacio Salom, de Kiosco SJO, un proyecto para estimular, promover y comercializar el diseño local, con conciencia de sostenibilidad y armonía con el ambiente. La capacidad incesante de generar pensamiento crítico y dinámicas alternativas capaces de renovar la mirada es su rastro indeleble. Arte al Día reproduce un bello texto, una elegía contempor+anea, escrita a raíz de su deceso, por su amiga Rosina Cazali.1

In Memoriam

Los proverbios fluyen y abren paradojas infinitas. Mas todo proverbio insiste en la búsqueda de su propio relato. Fue algo que comenté con mi amiga Virginia meses atrás y es a través de ella que comprendí, por fin, el enigma que encierra un proverbio que leí en el frontispicio del hermoso hotel Marmara en Turquía: “Vivir bien es la mejor venganza”. Con un fondo de sabiduría que se rige entre la arbitrariedad y un fino sentido

del equilibrio, Virginia Pérez-Ratton murió el pasado miérco- les vengándose de la misma muerte al dejar claro que su existencia fue un lugar para cultivar la exuberancia. Hay amigos con los que se inician conversaciones que nunca terminan. La mía con Virginia comenzó hace 20 años para transformarse en algo fundamental en mi profesión y la forma como entiendo la amistad, para sentirme acompaña- da en mis propias apuestas y batallas en contra de los dog- mas del mundo del arte local y sus provincianismos plagados de cacatúas. Si alguna vez mencioné que Virginia era la persona más terca que he conocido, ella acomodó la situación diciendo que, en todo caso, era una “terquedad triunfal”. Por supuesto, muchas cosas dan fe de sus conquistas. Pero lo imprescindible de esa terquedad fue generar temas que alimentarían nuestra incipiente práctica de la crítica del arte y la curaduría. En ese sentido, fue la primera persona que reconoció una nueva época para el arte en Centroamérica, lo situó como contemporáneo y lo definió como un fenómeno regional, lo cual generó las dudas y los debates más importantes de los últimos 10 años.

Todo tenía que ver con su pasión por el arte y su obsesión por colocarnos en su gran mapa, por hacernos visibles frente a luminarias supuestamente inalcanzables como Zeeman y Herkenhoff. En ese estado de pasión desbordante, con la dosis exacta de ironía que la vida recomienda, le vi muchas veces enfrentar la ignorancia de críticos que fingían demencia ante el tema centroamericano. Nada la ponía más rabiosa. Si hubo un huracán que se llamara Virginia su epicentro estaba en San José. Como una de las personalidades más brillantes del panorama cultural costarricense, orientó el destino del Museo de Arte y Diseño Contemporáneo y lo estableció como paradigma. Fue fundadora de proyectos excepcionales como Teorética y Papaya Music, fue galardo nada con el Premio Príncipe Claus de Holanda y el Premio Magón por su incuestionable aporte a la cultura. Desarrolló una crítica feroz desde lo independiente y un modelo de ética para tiempos y espacios débiles. Como la más cosmopolita de todos los “ticos” (costarricenses), fue una fumadora compulsiva, políglota, sibarita, amante de la buena literatura y el mar, de las joyas espectaculares y el Campari. Con su elegancia, inteligencia, valentía y su humor mordiente logró cultivar una red de amigos diseminados a lo largo y ancho del planeta, de los cuales heredé algunos como regalos invaluables. De repente me nace la duda si aquello de “pura vida” ella se lo inventó.

Rosina Cazali, columna “No Lugar”, E

l Periodico, Guatemala, Octubre 13, 2010”

1 Publicado en El Periódico, Guatemala, el 13 de octubre de 2010.