Jesús Soto

Grey Art Gallery, New York University, New York

Por Laura F. Gibellini | febrero 01, 2012

La muestra “Soto. Paris and Beyond, 1950-1970” curada por Estrellita Brodsky recoge veinte años de producción artística del Venezolano Jesús Soto (1923-2005).

Jesús Soto

Cansado de la represiones de su país, se trasladó a París en 1950. Pronto se reunió con antiguos compañeros de la Escuela de Artes Plásticas y Aplicadas, que rechazaban toda forma de figuración. Narciso Debourg y Alejandro Otero, entre otros, le introdujeron en el Salon des Réalités Nouvelles, dedicado a presentar obra “Abstracta-Concreta-Constructivista-No Figurativa” de artistas como Jean Arp, Kandinsky o Mondrian. Invitado por Vasarely, participó en 1955 en la muestra Le Mouvement en la galería Denise René, lo que supuso su consolidación como activo e importante miembro del movimiento cinético. Su posterior amistad con Yves Klein y su admiración mutua derivó en la integración de materiales cotidianos en las exploraciones que Soto venía desarrollando sobre la desintegración.
La muestra se divide en cinco partes cronológicas que enfatizan el interés de Soto por explorar y desvirtuar la noción de estabilidad. Mediante recursos formales que potencian la sensación de desplazamiento e introducen la noción de vibración, transformó radicalmente la relación entre objeto y audiencia –alcanzando sus máximas consecuencias en sus ambientes Penetrables de finales de los 60. Así, “Geometric Abstraction” inicia el recorrido con unas composiciones planas influenciadas por Mondrian. Se alejan sin embargo de su estatismo, introduciendo planos y líneas quebradas, cambios de dirección abruptos que provocan inestabilidad. “Serial Composition” y “Overlay” son dos de las partes más interesantes de la muestra. En la primera Soto se interesa por un lenguaje “puro”, alejado de la carga emocional de los expresionistas abstractos, recurriendo a la música y en particular a la dodecafonía –basada en doce notas musicales de valor similar. En Sans titre (Étude pour une série) (c. 1952-53) utiliza ocho colores a los que asigna un valor numérico y distribuye de acuerdo a un algoritmo predeterminado –como si de una composición musical schoenbergiana se tratase. Busca así eliminar todo trazo manual a la vez que dotar de ritmo y movimiento a sus secuencias.
Points blancs sur points noirs (1954) es la primera obra en que Soto utiliza la transparencia del plexiglás para potenciar la sensación de vibración y de creación espacial. Las obras de “Overlay” llevan a sus máximas consecuencias las composiciones por capas de líneas superpuestas, que se modifican con la interacción del espectador. Es el caso de La cocotte (1956), un móvil que coquetea al cambiar de posición de modo impredecible –produciendo diferentes experiencias sensoriales e involucrando al espectador.
En “Immaterial” y “Language/Perception” Brodsky recoge obras que derivan de la influencia de los Nouveaux Réalistes como Klein, Tinguely, Spoerri o Mack. Se trata de llegar a lo inmaterial desde elementos ordinarios. Para ello Soto introduce texturas y materiales encontrados en composiciones a base de alambres, que sustituyen o conviven con sus precisas capas de líneas anteriores. De estos trabajos derivan las Écritures, comenzadas en 1962, época de represión de los intelectuales latinoamericanos. Finos alambres se retuercen en una tortuosa emulación de la palabra escrita, que se hace visible y no visible. Esos años supusieron además el paso definitivo del artista a piezas inmersivas que reclamaban una audiencia activa y un arte que reconociera el espacio que le rodea –más que uno que buscara conquistarlo.