Mariana Rondón

Centro de Arte “los Galpones”, Caracas

Por Beatriz Sogbe | diciembre 17, 2010

En su primera exhibición individual en Venezuela la cineasta y artista Mariana Rondón (Edo. Lara, 1966) hizo las delicias del público. Rondón, tiene más de 10 años investigando en las posibilidades narrativas de la robótica.

Llegaste con la brisa, 2010. Installation, mixed elements./ Instalación de elementos mixtos. Photo/Foto: Ángela Bonadies

Esta investigación comienza un día en el que un científico le habló de los laboratorios genéticos que se habían descubierto en Europa, para crear ya no seres reales sino mitológicos. Desde entonces Rondón ha mostrado su instalación “Llegaste con la brisa” por lugares tan distantes como Pekín y Santiago de Chile. Para su presentación en Caracas, trajo la versión “3.0”, conformada por 4 robots diseñados para fabricar burbujas gigantes que a su vez sirven de pantalla para una serie de imágenes en video recolectadas por la artista: una vez que se forma la burbuja y se dispara a su interior una dosis precisa de humo, la imagen levita por unos breves segundos hasta volver a desaparecer en el aire. En pocas palabras, Mariana Rondón es una relatora. Nada de esa fuerza se ha perdido sino que, por el contrario, ha ganado y se ha potenciado exponencialmente al encontrar en estos dispositivos instalativos de ciencia ficción una nueva manera para explotar su gran virtud como narradora, de ahí que a nadie se le escapó la metáfora de la fragilidad de la vida que está en el centro de “Llegaste con la brisa”.

Esos robots intentando crear nuevos seres, una nueva especie de híbridos humanoides, si bien se entroncan con una larga tradición de la ciencia ficción, pueden ser vistos más allá de una aproximación nostálgica como una muestra de melancolía. De allí la sobreabundancia de imágenes de muerte y resurrección podría orientarnos hacia una lectura menos estrecha que la tributaria. Y puesto que ésta obra coloca al espectador en una posición pasiva frente a unos abrumadores recursos narrativos, y los convierte en obsoletos voyeuristas de unos autómatas, se puede decir que su obra nos devuelve a un lugar donde pensar, reflexionar y criticar la visión contemplativa de la historia. Una idea muy distinta a una hegemonía historiográfica donde las zonas de silencio prevalecen.