RETURN TO KOYAANISQUAATSI: WILLY CASTELLANOS EN EL KENDALL ART CENTER DE MIAMI
En el marco de la exposición colectiva Lágrimas negras, curada por Isabel Pérez, el artista, curador y crítico Willy Castellanos desarrolla una propuesta, que se constituye en una muestra individual, en la cual reúne cuatro polípticos fotográficos de diferentes características, tres ready-made asistidos o intervenidos, un ready-made directo y una instalación-caja con múltiples componentes.
La dificultad mayor de la fotografía en la actualidad, como práctica artística directa, quizás estriba en que, en un mundo saturado de imágenes, la potencial facilidad para hacer una toma fotográfica acrecienta las exigencias orientadas a la construcción de sentido. El esfuerzo dirigido a ello, tanto de pensamiento como de experimentación visual y técnica, por lo general antecede y prosigue al acto fotográfico de modo que éste se constituye sólo como un momento del largo proceso de creación. Acaso hoy, como nunca antes, el problema no es sólo qué y cómo fotografiar —aquello en lo que concentraban su empeño los fotógrafos hasta hace pocas décadas atrás—, sino, más allá de eso, qué hacer con las imágenes fotográficas, es decir, qué y cómo construir un discurso.
Esta problemática me asalta viendo Return to Koyaanisquaatsi, de Willy Castellanos, probablemente por varias razones que están en la base de la eficacia artística y comunicativa de la exhibición. Una: la fotografía se constituye en el medio de exploración central del discurso de la propuesta, en la cual se ensaya una indagación sobre la acumulación de desechos como un rasgo sobresaliente de la sociedad contemporánea. Es decir, a diferencia de los artistas que desde las vanguardias históricas hicieron del desecho componente de sus collages, ensamblajes y esculturas, la basura es en esta propuesta de Castellanos la protagonista per se.
Otra: el artista ha utilizado estrategias diferenciadas para combinar fotografías en módulos discursivos o polípticos, distinto uno de otro, con variaciones en sus propuestas representacionales y sus énfasis retóricos, pero eficazmente conectados entre sí. Por último: también ha desplegado un conjunto de residuos, procedentes de los mismos basureros que fotografía, como elementos expositivos que contribuyen a expandir los cuestionamientos que plantea. Como una combinatoria entre representación y presentación —entre fotografía y ready-made, entonces— se desenvuelve la propuesta de Castellanos. Si la fotografía es el medio de producción de imágenes más directamente conectado con el ready-made, por su condición técnica de registro directo de los seres y cosas, de todos modos, la presencia en la exhibición de los ready-made intenta superar la brecha entre el desecho y su representación.
Podría ser innecesario agregar, luego de la precedente explicación, que este proyecto evidencia no sólo una meditada aproximación a las complejidades del tema que aborda, sino la utilización de numerosos recursos de imaginación. Castellanos, además, quien puede hacer de la palabra un dispositivo desencadenante de reflexiones y emociones combinadas, deja cuenta de las motivaciones y disquisiciones que lo estimularon en su proyecto en un texto personal que sobre la pared recibe al visitante a la muestra.
La fotografía de Castellanos saca el máximo partido de una característica particular de los recursos inherentes a la construcción fotográfica: su posibilidad de embellecer cualquier referente. Si los vertederos de basura son y no pueden ser otra cosa más que amontonamientos informales —en el caso de esta fotografía, basureros de metales, incluyendo partes de autos, aparatos electrodomésticos y otros—, el fotógrafo en cambio actuó con ellos aplicando ciertas operaciones artísticas relacionadas entre sí: la búsqueda de la forma dentro de lo informe, su localización y aislamiento. Cada imagen de los polípticos Pac-Man Sushi’s y Cumulus, ambos realizados entre 2018 y 2019, es evidencia de esa operatoria y, a la vez, la manifestación de una manera específica de existencia de la forma. Esa exploración en la forma debe entenderse aquí, además, como una investigación simultánea en los colores y las texturas de los desechos, lo que en conjunto confiere a las fotografías una sorprendente suntuosidad visual. De este empeño también participa The Large Cumulus, de 2019, una fotografía impresa sobre una enorme tela dividida en nueve bandas verticales, que representa la forma semi-piramidal de un basurero. En general, un interés por la belleza del desecho, extendido a los ready-made, recorre el conjunto de obras expuestas y constituye un hilo de comunicación entre éstas.
En el texto de sala ya mencionado, Castellanos ubica la lectura de su propuesta en el espacio ocupado por las llamadas contemporáneas de alerta sobre la necesidad de conservar el medio ambiente y construir una cultura sostenible para la humanidad. No obstante, en el meollo de su planteo visual es posible localizar otras ideas fecundantes de una discusión sobre la constitución y desempeño de la cultura contemporánea, a las cuales él no es de ninguna manera ajeno. En definitiva, y a eso también apunta Return to Koyaanisquaatsi, nuestra cultura está alimentada por desechos y se regocija buscando la belleza en lo residual y descartable.